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miércoles, 3 diciembre, 2025
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La plata dulce para pedir prestado está, y la plata en mano para llenar el changuito?

Wall Street está eufórico con la Argentina. Es cierto que hay planteos y dudas sobre el recalibramiento de cuestiones técnicas como qué nivel deben adoptar las bandas cambiarias o cuántos dólares hacen falta para financiar el crecimiento de 2026, una cuenta que sale de hacer la diferencia entre las divisas que ingresarán y las que se irán por la deuda y compra de dólares para atesorar. Pero basta con ver el resumen del banco suizo UBS de unos días atrás para captar la mirada de los inversores: “Esperamos que las variables económicas de la Argentina continúen mejorando”.

El informe de UBS, ‘Argentina 2026: la segunda fase de la transformación Milei’, habla de las posibilidades y chances del Gobierno para avanzar con las reformas estructurales y acumular más reservas (según la consultora 1816, bajo la metodología del FMI, las reservas netas son negativas en alrededor de US$ 17.000 millones tras el pago del lunes de un bono Bopreal).

“Las reformas estructurales, incluyendo la tributaria, laboral y la desregulación de la economía en general -dice UBS-, probablemente tengan éxito aún cuando se aprueben con un formato diluido”. El banco descuenta modificaciones en los proyectos con tal de que el oficialismo logre apoyos en el Congreso. “Milei ingresa a 2026 con más fuerza política que expande opciones de coalición”.

La euforia sigue. Por estas horas en Estados Unidos ven “bastante probable” que el Gobierno obtenga un préstamo o fondos para afrontar el próximo vencimiento de deuda soberana (US$ 8.400 millones de bonos en dólares en todo 2026). Se habla de “a lo sumo” US$ 5.000 millones para ahora y podrían ponerse en garantía títulos.

“Debería seguir el buen humor en los mercados”, se aventura a decir el economista Fernando Marull al respecto.

Incluso el FMI, que en privado ha sido crítico de las bandas cambiarias, no vería con malos ojos una modificación (que el Gobierno niega que ocurrirá) después de la operación de crédito que se negocia con los bancos. De ese modo la Argentina tendría más espaldas para encarar el service en lo cambiario y el organismo podría tomar dicha acción correctiva a cuenta de un waiver por el desvío en la meta de acumulación de reservas en que Argentina incurrirá. El Directorio del FMI aprobaría el próximo desembolso recién en 2026.

Los bancos escriben a sus clientes que hay tres sectores cruciales para apuntar las exportaciones argentinas y proveer reservas al país: agro, energía y minería. Allí hay que invertir, les dicen a los fondos.

¿Pero con el resto de la economía qué?

Un análisis minucioso de la consultora de Miguel Kiguel sobre el dato de actividad del Indec de septiembre (que se conoció la semana pasada y se publicó que subió 0,5%), halló que el aumento de los créditos otorgados al sector privado y el volumen negociado de títulos públicos en agentes y sociedades de Bolsa explicaron el crecimiento del sector financiero de ese mes. El peso es tal que desde diciembre de 2024 a hoy, la actividad general creció un 1%. Pero si se excluye el aporte del sector financiero la suba sería nula.

“Esto genera una sensación dual: hay ‘plata dulce’ para financiar un auto o una maquinaria, pero todavía falta ‘plata en mano’ para llenar el changuito”, dice el trabajo de Econviews de Kiguel. Suele recordar al economista Gerardo della Paolera cuando dice que la Argentina es un país donde “se compra un chocolatín en cuotas y un inmueble en cash”.

Quizá las consecuencias económicas y sociales del modelo actual de Javier Milei, que requiere financiamiento a gran escala para apuntalar sectores de alta competitividad, formen también parte de la segunda fase de transformación a la que UBS hace referencia en su informe, además de las reformas que mencionan. Tal vez sean los efectos no deseados del ajuste, el Waterloo de la economía de Carlos Menem cuando la tasa de desocupación aquella vez llegó a casi 20%.

El Gobierno cree que aquello ocurrió porque no se hicieron las reformas que flexibilizaran la economía para evitar una depresión de semejante calibre como la que sucedió después de 1999, tras la devaluación del real.

Milei busca con las reformas que la economía tenga menos rigideces que la de Menem de los 90. A punto tal que aplicaría la máxima de los economistas liberales y es que si alguien no consigue un trabajo en el Conurbano deba trasladarse a Neuquén o a Catamarca para lograr un ingreso. En la visión de Milei subyace el supuesto de que no solo el capital físico y financiero fluye libremente sino también el humano. Politólogos como Sebastián Mazzuca o Andrés Malamud hablan de una posible desconurbanización de la Argentina bajo el modelo Milei.

Sin embargo eso que los economistas muchas veces imaginan en los papeles, trasladarlo a la vida real es más difícil.

Así se ve en el reciente libro El consenso de Londres, de los economistas de LSE-Universidad de Londres, Andrés Velasco y Tim Besley, donde justamente advierten que las personas quieren permanecer en los lugares donde tienen raíces y vínculos afectivos y que no siempre sucede lo que los economistas piensan en una hoja de papel. También en un artículo del fin de semana del Nobel en Economía, Daron Acemoglu, en Financial Times. Y el economista y demógrafo del Cippec, Rafael Rofman, señala que la producción futura de Argentina será cada vez más intensiva en servicios “y eso requerirá movimientos migratorios menores. Poca gente irá a la Patagonia a trabajar a un centro de datos que además emplearán a pocas personas”.

Hacía mucho que la distancia entre la euforia de Wall Street y las dudas de la economía real, no era como la que se alcanza a divisar en este fin de año.

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