8.6 C
Buenos Aires
domingo, 27 julio, 2025
InicioDeportesEl nuevo juego millonario: el avance imparable del deporte femenino

El nuevo juego millonario: el avance imparable del deporte femenino

La entrada de las mujeres al deporte organizado ha requerido actos de rebeldía impresionantes. Basta con recordar el primer campeonato europeo de fútbol femenino en 1957. El torneo, con solo cuatro equipos, se disputó en Alemania Occidental, a pesar de que en ese país las mujeres tenían prohibido jugar al fútbol competitivo. La Asociación Inglesa de Fútbol también consideraba el deporte “inadecuado para mujeres”. Así que cuando el equipo femenino inglés ganó el campeonato, ni hablar de grandes celebraciones en casa: ni siquiera fueron reconocidas oficialmente.

Hoy muchas futbolistas son superestrellas, gracias al creciente interés en su deporte. Incluso antes del comienzo de la última edición del Eurocopa femenina, el 2 de julio, ya se habían vendido más de 600.000 entradas. Para cuando termine el torneo (mañana se jugará la final), esa cifra podría superar ampliamente los 570.000 boletos vendidos en la edición de 2022, que ya había marcado un récord frente a los 240.000 de cinco años antes.

Pero no es solo el fútbol femenino lo que está en auge. Este año, se espera que los mundiales femeninos de rugby y cricket también rompan récords de asistencia. El dinero está llegando a casi todos los deportes femeninos, a medida que crece el interés. Esto también tiene consecuencias en la base: inspiradas en sus ídolas, cada vez más chicas se suman a canchas y campos de juego. El ascenso del deporte femenino está sacudiendo la industria y beneficiando a la sociedad en general.

Hay tendencias que se refuerzan mutuamente. Cuantas más mujeres practican deportes, más impresionantes se vuelven sus desempeños. Y a medida que las competencias se vuelven más atractivas, también son más fáciles de ver. Antes, los aficionados dependían de las cadenas de televisión; ahora tienen acceso a transmisiones en streaming y redes sociales. Ilona Maher, jugadora de rugby estadounidense, tiene más seguidores en TikTok que los All Blacks, el temible equipo masculino de Nueva Zelanda.

La consultora Deloitte estima que los ingresos por deportes profesionales femeninos alcanzarán los US$2400 millones en 2025, frente a 692 millones en 2022. Las empresas y magnates ya están invirtiendo. En 2023, Mukesh Ambani, dueño del mayor conglomerado de India, pagó US$111 millones por un equipo en la naciente Premier League Femenina de cricket. El dinero impulsa la profesionalización, amplía la base de talento y atrae a más fanáticos.

Donde el deporte lidera, la sociedad lo sigue. En los Juegos Olímpicos de 1964, cuatro de cada cinco japoneses vieron cómo su equipo femenino de voleibol —compuesto por trabajadoras de una fábrica— le ganaba la final a la Unión Soviética. Esa victoria empujó a una sociedad conservadora a replantearse el rol de las mujeres. Hoy, Arabia Saudita está relajando sus restricciones: hace siete años, las niñas no podían jugar en público; ahora, 70.000 participan en la liga escolar de fútbol.

Participar trae beneficios claros. El deporte mejora la salud de todos, pero los niños que practican además tienen, en promedio, un mejor desempeño escolar. También son más felices. Según una encuesta de la Women’s Sports Foundation, casi el 50% de las mujeres dijo haber adquirido habilidades de liderazgo (como el trabajo en equipo y el manejo de la presión) a través del deporte en su juventud.

A pesar del crecimiento, el deporte femenino parte de una base muy baja. El campeonato europeo masculino de 2024 atrajo a 2,7 millones de espectadores, frente a los 570.000 del último femenino. En la temporada pasada, la Superliga Femenina de Inglaterra atrajo a unas 7000 personas por partido, un número creciente, pero aún por debajo de la tercera división masculina.

Además, el progreso no es parejo. Antes del Mundial femenino de 2023, solo el 40% de las futbolistas que jugaron las eliminatorias eran profesionales, y solo el 70% recibía algún tipo de pago de su federación nacional, según una encuesta de Fifpro. Las futbolistas ganan muchísimo menos que los hombres: Cristiano Ronaldo, el jugador mejor pago, ganó unos 200 millones de euros en 2024. Su equivalente femenina, Aitana Bonmatí, apenas 1 millón.

La raíz del problema es el patriarcado. Los hombres tuvieron una gran ventaja inicial y durante décadas frenaron la participación femenina. Solo en los años 90 los organismos globales de fútbol, rugby y cricket comenzaron a reconocer oficialmente los partidos femeninos. La prensa y la televisión ignoraron durante mucho tiempo a las mujeres en el deporte. Incluso en 2022, solo el 15% de la cobertura deportiva total fue para el deporte femenino. Pero sin más audiencia, ¿quién financiará más cobertura o mayores sueldos?

Los organismos deportivos dicen querer atraer a más jugadoras y espectadores. La FIFA se propone duplicar para 2027 el número de mujeres que juegan fútbol organizado en el mundo (actualmente unas 30 millones, frente a más de 250 millones de hombres). El Consejo Internacional de Cricket lanzó una campaña para atraer 250 millones de nuevos fans al juego femenino. Pero para lograrlo, en su mayoría replican el modelo masculino: mismos formatos de torneo, mismos canales de difusión.

Seguir el camino de los hombres es fácil, pero poco imaginativo. Los organismos actuales saben organizar grandes eventos. Pero esa familiaridad puede volverse conformismo. “El riesgo es que el deporte femenino quede como una versión en miniatura del masculino, sin desarrollar su propia identidad”, dice Moya Dodd, exjugadora australiana y exintegrante del Consejo de la FIFA.

Muchos deportes femeninos ya están formando su propia identidad, en parte gracias a sus fans. Muchos son nuevos en el deporte: la mitad del público de los partidos femeninos de rugby es debutante. Además, los fans femeninos se relacionan con el deporte de otra manera. Son un 60% más propensos a llevar a sus hijos a los partidos, según la consultora Two Circles. El público femenino suele ser más joven y más activo en redes sociales que en los estadios o bares.

La WTA (Asociación de Tenis Femenino) puso al tenis femenino en condiciones de igualdad con su par masculinoCHARLY TRIBALLEAU – AFP

Todo esto sugiere que el deporte femenino debería trazar su propio camino. Una opción sería crear federaciones, ligas y organismos que no sean apéndices de las organizaciones masculinas. El tenis siguió esa vía con gran éxito. La WTA (Asociación de Tenis Femenino), que dirige el circuito desde 1973, convirtió al tenis en líder en igualdad de género. En Wimbledon, los partidos femeninos suelen competir por la atención y el horario estelar. Seis de las diez atletas mejor pagadas del mundo en 2024 fueron tenistas.

Claro que replicar el caso del tenis no es fácil. Las ligas rebeldes enfrentan resistencia. “El poder deportivo se protege celosamente”, dice Dodd. “Si te vas, te aíslan, te niegan recursos y te excomulgan hasta que vuelvas”. Aun así, hay señales alentadoras. En 2021, la NWSL, la mayor liga femenina del mundo (fútbol), se independizó de la Federación de Fútbol de EE.UU. y desde entonces florece. Su equipo directivo, compuesto mayormente por mujeres, atrajo grandes inversiones. El año pasado, Bob Iger (CEO de Disney) pagó US$250 millones por el equipo Angel City.

También hay otras formas de innovar. Gran parte del interés en el deporte femenino se concentra en eventos grandes, como la Eurocopa. Se necesitan más fanáticos comprometidos que sigan a sus equipos todas las semanas. Difundir los partidos por streaming, como hace la WSL, ayuda a construir esa base.

Algunas innovaciones radicales también pueden funcionar. En mayo se lanzó en Portugal el World Sevens Football, una versión siete contra siete del fútbol. Aunque no está reconocida por los organismos oficiales, atrajo a clubes como Manchester United y Bayern Munich. Su organizador, Adrian Jacob, sostiene que la FIFA debería celebrar estas iniciativas, ya que aportan dinero al juego. Otros emprendimientos también están pensados para las atletas: la startup estadounidense Athletes Unlimited creó ligas de softball, básquet y vóley donde las jugadoras controlan la selección de equipos, el sistema de puntaje y el gobierno de la competencia.

Muchas personas dentro del deporte femenino temen los cambios radicales, luego de décadas luchando por lograr la igualdad. Pero para alcanzar todo su potencial, el deporte femenino necesita un nuevo acto de rebeldía: dejar atrás el deporte masculino y todo su equipaje. El futuro del deporte femenino está en la innovación, no en la imitación.

Más noticias
Noticias Relacionadas