Matías Rodríguez Ghrimoldi
Tras el interregno unitario que significó la detención de Cristina Kirchner, la discusión por el armado peronista para las elecciones bonaerenses se reactivó. Máximo Kirchner tomó el lugar de su madre en el ring y tanto voces en off como en on sugieren que busca la candidatura en la tercera sección, el puesto vacante que deja CFK. Para esto juega en tándem con el Frente Renovador de Sergio Massa, quien aún no definió una jugada fuerte pero se muestra cercano. Desde el kicillofismo tensionan con una posible ruptura, aunque hoy parece improbable.
El raid mediático que protagonizó tras la detención de CFK lo ubicó en el centro de la escena política. Su objetivo es mostrarse como un cuadro sólido capaz de liderar la renovación kirchnerista, que sigue siendo la tribu peronista con mayor volumen electoral y capacidad de movilización. La importante marcha a Plaza de Mayo en respuesta al “fallo proscriptivo” que inhabilitó a la expresidenta demostró su capacidad: La Cámpora fue, por lejos, la organización más visible.
Citando a la gestión libertaria, podríamos decir que para Máximo Kirchner “todo marcha de acuerdo al plan”: de la condena a la movilización, de la movilización a la maratón mediática y de allí a la candidatura. ¿Se opondrá Kicillof?
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Si buceamos en su pasado, todo parece “marchar de acuerdo al plan” desde hace años, incluso antes de que Máximo tuviera noción de qué plan encarnaba.
Según Eduardo Zanini, autor de su biografía no autorizada, Máximo fue un joven problemático. Cuando Néstor Kirchner era intendente de Río Gallegos y luego gobernador, su hijo tenía dificultades para avanzar en la secundaria y elegir una carrera universitaria. Cuando su padre llegó a la presidencia en 2003, el matrimonio Kirchner lo envió a La Plata para que estudiara Derecho, pero ese proyecto fracasó, al igual que su paso por periodismo en TEA.
Cansados de buscarle alternativas, le asignaron tareas en la inmobiliaria familiar. Entre Alberto Fernández y Rudy Ulloa, operador de confianza de Néstor, surgió la idea de crear una agrupación juvenil kirchnerista. Néstor la hizo propia al ver la necesidad de cuadros de cuño propio para disputar poder dentro del PJ, un partido que le resultaba ajeno y hostil. Máximo fue puesto al frente de la tarea.
El plan comenzó tímidamente, acompañado por Mariano Recalde, entonces dirigente estudiantil e hijo del histórico Héctor Recalde. Pronto se sumaron Andrés “el Cuervo” Larroque y José Ottavis, ambos provenientes del movimiento estudiantil que resistió a la Franja Morada hacia el final del gobierno de De la Rúa.
También se incorporaron Mayra Mendoza, con militancia barrial; Wado De Pedro, Juan Cabandié y Fernanda Raverta, provenientes de las agrupaciones de derechos humanos, todos hijos de desaparecidos.
La conducción de La Cámpora pertenece a la generación nacida en dictadura que protagonizó movimientos que confluyeron en el estallido social de 2001. Máximo, aunque contemporáneo, llegó a la política por impulso familiar y fue el puente entre estos activistas y el Estado. Su cercanía con la Casa Rosada permitió reuniones con Néstor, quien empezó a discutir política con ellos y a ganarlos ideológicamente.
La Cámpora fue creada para disputar dos núcleos de poder: el Estado y el PJ. Desde 2006 avanza en esa tarea. Máximo, a medida que encarnaba el plan de su padre, comenzó a parecerse más a Néstor y dejó de ser aquel joven problemático que inspiraba burlas y malicia. Para él, hoy y desde hace años, todo marcha de acuerdo al plan. Habrá que ver si el resto del peronismo piensa lo mismo.