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La pelea en el PJ: fuerte expectativa por una foto conjunta de Cristina y Kicillof en un acto en La Plata

Será el momento que defina la relación de Cristina Kirchner y Axel Kicillof. Esta noche de miércoles, cuando el escenario emblemático del Teatro Argentino de La Plata ilumine semblantes, la expectativa estará en la foto de ¿unidad? entre el gobernador y la ex vicepresidenta, en una interna política que conmueve, hasta los cimientos, al PJ.

A las 20 en punto, Cristina prometió estar al lado de Estela Carlotto, la homenajeada, por los 47 años de existencia de la Madres de Plaza de Mayo. Lo había anunciado tempranamente la presidenta de esa organización. Esa certeza contrastaba con ciertos reparos de los colaboradores directos de Kicillof, quienes condicionaban su asistencia a la cuestión meteorológica. La agenda no era lo apremiante. A las 17 ya había terminado su actividad oficial en Punta Indio, a poco más de 100 kilómetros de la capital provincial. La tormenta era la razón de tanta prevención.

La propia Carlotto asignaba verosimilitud al prejuicio de lluvias, granizos y otras calamidades. “Me dijo que no iba a poder venir (al acto) por temas de agenda y lo entiendo soberanamente”, explicó la titular de Abuelas. Kicillof fue de los primeros en saludarla. Cristina también. Con la confirmación de su traslado a la ciudad donde nació y vivió hasta su mudanza definitiva a Santa Cruz.

Un rato antes de la apertura del Teatro, los equipos de comunicación de la Gobernación y dispositivos de transmisión eran instalados en el edificio. Señal de la presencia confirmada del gobernador. Al menos aprestos. Garantizaba la concurrencia.

“No cierro la esperanza que pueda venir”, diría Carlotto por la invitación a Kicillof. “Yo habría querido una foto con los dos”, sintetizó la visitante, también oriunda de La Plata, y conformaba una aspiración que crecía por minuto.

La audiencia en palcos y butacas aseguran presencia de intendentes, legisladores y la crema partidaria.

“Son dos personas (Cristina y Kicillof) importantes que deben estar juntas para pronunciarse sobre lo que estamos pasando, y el ensañamiento de este hombre (Javier Milei), lo mismo que la vicepresidenta (Victoria Villarruel)”, señaló.

Esta noche, serán valiosos los gestos. Las vanidades. La pelea simbólica por la representación. La foto profundiza lo que el ojo a la distancia no distingue y se sella con aplausos.

Pesará la carga de cuasi “traidor” que la ex vicepresidenta colgó al gobernador en una reunión con adherentes a su lista, que compite por la presidencia del PJ nacional el 17 de noviembre. La acusación es porque el gobernador evitó pronunciarse a favor de esa candidatura, que compite con el riojano Ricardo Quintela.

El fin de semana, por los dichos de su antigua jefa, Kicillof salió a responder esa agresión y otras de La Cámpora. Además de ratificar su pedido de unidad. Habló de «ataques públicos» en su contra y cuestionó la «lógica del sometido o traidor», que, insistió, «entró en crisis y viene causando malos resultados».

En una carta abierta, el mandatario provincial envió un mensaje a La Cámpora: «No puedo convalidar el equivocado mecanismo de que cualquier diferencia o crítica desate el disciplinamiento», fue el planteó. También reclamó «el pleno acompañamiento del peronismo de mi provincia».

Después, para distender, ratificó a los cuatro ministros de esa agrupación en su gabinete.

Queda mayor celo cuando lo que se discute es liderazgo.

Andrés “Cuervo” Larroque (Desarrollo Social) acaba de exhumar manual añejo al expresar que “en la historia del peronismo, el partido es un instrumento importante pero lateral, que no define la conducción del movimiento”. Este argumento sitúa a Cristina en el desván del poder. Mientras otros construyen la sucesión.

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