Existen dos buenas maneras de admirar el patrimonio arquitectónico de las grandes metrópolis del mundo. La primera es caminar mirando hacia arriba sin perderse nada de lo que hay construido en las alturas.
La otra es contemplarlas a vuelo de pájaro, desde el cielo, y esto es lo que ocurrirá en el centro porteño cuando esté listo el nuevo mirador del Obelisco, que permitirá a los vecinos y turistas, por primera vez en la historia, observar la Ciudad a 62 metros de altura, desde sus cuatro ventanas.
Será el mirador panorámico más importante de Buenos Aires, al que se podrá acceder a través de un ascensor.
Hasta ahora, la única manera de ascender sus 67,5 metros de altura era por una escalera marinera de 206 escalones. Y había que hacerlo con casco, guantes de amianto y arneses, y la asistencia del personal de Defensa Civil. Como es obvio, más allá de los operarios de mantenimiento, solo los fanáticos de las emociones fuertes y los delirantes hinchas argentinos campeones del mundo lo habían intentado, contagiados por la adrenalina de las victorias épicas, con el frenesí de la avenida 9 de Julio y el glamour de la avenida Corrientes allá abajo.
La dificultad de escalar hasta la punta del Obelisco viene desde que se inauguró, el 23 de mayo de 1936, para celebrar los 400 años de la fundación de Buenos Aires. Fue proyectado por el arquitecto Alberto Prebisch y se levantó en solo 31 días, con el trabajo de 157 operarios, en la Plaza de la República, donde antes estaba la Parroquia San Nicolás de Bari, cuando también se amplió la traza de la 9 de Julio.
Tan rápido lo construyeron como lo quisieron demoler, con una ordenanza del Concejo Deliberante, tres años después de inaugurado, un poco por seguridad, porque se habían desprendido unas lajas que revestían la fachada, pero más que nada por capricho, cuenta en LA NACIÓN el historiador Daniel Balmaceda. La resolución, por suerte, no tuvo éxito.
Y es que rápidamente el Obelisco se convirtió en el ícono más representativo de la Ciudad, punto central de las manifestaciones más convocantes de la Argentina, lo que hoy se ve con la cantidad de turistas de todo el mundo que lo visitan. Y es lo que tuvo en cuenta la gestión de Jorge Macri como Jefe de Gobierno, en el marco del plan para revalorizar el patrimonio urbano y ampliar la oferta turística porteña, que incluyó también la reinauguración de la Torre Monumental, mejor conocida como Torre de los Ingleses, que ofrece a vecinos y turistas una vista panorámica privilegiada de Retiro desde su mirador, ubicado a 40 metros de altura.
Los trabajos del Mirador Obelisco iniciaron en julio y tienen un plazo de ejecución aproximado de ocho meses. En un primer momento se avanzó con la limpieza de los muros interiores del ícono porteño y se hizo un exhaustivo acondicionamiento de sus instalaciones eléctricas.
Se realizó además la adecuación del piso para la colocación de una escalera de acero paralela de emergencia que abrazará la estructura del ascensor.
Ahora se trabaja en la instalación de esa estructura metálica abulonada, que guiará al habitáculo hasta la cima. El elevador funcionará con un sistema de anclaje y subirá hasta los 55 metros de altura, donde los visitantes podrán descender y acceder al mirador a través de una escalera caracol de 35 escalones. La cabina del ascensor tendrá tres de sus cuatro paredes vidriadas y podrá trasladar hasta cuatro personas a la vez.
Por ser un Monumento Histórico Nacional afirman fuentes del gobierno porteño, la obra no afectará en ningún sentido el edificio, ni el exterior, ni las paredes internas, ni la cúspide. “La Ciudad tiene más de 2400 monumentos y obras de arte, es un museo a cielo abierto; vamos a seguir trabajando para mantenerlos y mejorar la experiencia de los vecinos y turistas”, dijo el ministro de Espacio Público e Higiene Urbana, Ignacio Baistrocchi, a cargo del proyecto.
Una vez inaugurado, el Mirador Obelisco estará a cargo del Ente de Turismo de la Ciudad. Y contribuirá al desarrollo de nuevos circuitos para seguir potenciando los atributos de Buenos Aires como uno de los destinos más interesantes del mundo.
LA NACION
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