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Quiéne era Alexei Navalny, el principal enemigo de Putin, que había sido envenenado, condenado y enviado a una prisión en el Ártico

MOSCÚ.- Envenenado, encarcelado, condenado, pero siempre resiliente, hasta que encontró la muerte. El opositor ruso Alexei Navalny murió este viernes a los 47 años en una colonia penal al norte del Círculo Polar Ártico, donde cumplía una larga condena de cárcel, según el servicio penitenciario ruso.

En un comunicado publicado en su sitio web, el Servicio Penitenciario Federal del Distrito Autónomo de Yamalo-Nenets afirmó que Navalny “se sintió mal” después de dar un paseo el viernes y “casi inmediatamente perdió el conocimiento”.

El 9 de enero, Navalny anunció que había sido nuevamente puesto en aislamiento durante una semana en esa prisión, apodada “Lobo Polar”, adonde lo habían trasladado a fines de diciembre, tras un largo traslado durante el cual sus familiares no recibieron ninguna noticia, lo que suscitó temores en el extranjero.

Sus partidarios aseguraban que las autoridades rusas trataban de aislarlo aún más, en vísperas de las elecciones presidenciales de marzo, a las que Vladimir Putin llega prácticamente sin competencia.

En enero, Navalny se había mostrado de buen humor en una videollamada con periodistas, en la que bromeaba sobre su uniforme carcelario y sobre la falta de regalos navideños porque, dijo, estaba “bastante lejos”. La colonia penal donde murió está ubicada a 1900 kilómetros de Moscú, y es un establecimiento heredado del Gulag soviético.

Con el mismo tono, en diciembre publicó un mensaje en X (ex Twitter) diciendo que era un “Papá Noel” y contaba que había tardado 20 días en llegar al penal. “En cualquier caso, no se preocupen por mí. Estoy bien. Estoy aliviado de haber llegado por fin”, decía.

El activista de 47 años, enemigo número uno del presidente ruso, cumplía una pena de 19 años de prisión por “extremismo”, que se sumaban a otras previas por nueve años.

Desde la cárcel, continuaba su lucha contra Vladimir Putin, acusándolo de represión y corrupción y denunciando su ofensiva contra Ucrania.

Fue detenido en enero de 2021 a su regreso de Rusia de una convalecencia en Alemania por un envenenamiento por el que acusaba al Kremlin y alternaba desde entonces las estancias en aislamiento con condiciones de detención más o menos estrictas. Alto, rubio y de penetrante mirada azul, las imágenes que se iban conociendo de Navalny mostraban un deterioro en su cuerpo, cada vez más delgado y envejecido. El envenenamiento sufrido en 2020, una huelga de hambre y repetidos días en aislamiento lo mellaron físicamente.

Navalny, abogado, empezó a ganar notoriedad en la organización de las manifestaciones antigubernamentales de 2011 y 2012. En 2013 quedó segundo en las elecciones municipales de Moscú.

Acosado por las autoridades e ignorado por los medios oficiales, se hizo oír con investigaciones en video que se hicieron virales sobre la corrupción en el país.

Putin rechazaba incluso pronunciar el nombre de quien se convirtió en su principal opositor.

Navalny consiguió respaldo en la juventud rusa, urbana y conectada, pero su popularidad nacional y en otras generaciones es limitada.

En medios opositores se le reprochaba aún su acercamiento a la extrema derecha o su ambigüedad sobre la anexión en 2014 de la península ucraniana de Crimea.

Envenenado

Pero su caso se convirtió en causa común de opositores, ONGs y potencias occidentales desde que fue envenenado en agosto de 2020 en Siberia, en plena campaña para las elecciones regionales. Al borde de la muerte, fue trasladado a Alemania para tratarse, con el acuerdo del Kremlin.

En diciembre de 2020, hizo admitir por teléfono a un agente ruso que el envenenamiento fue un intento de asesinato orquestado por los servicios.

Pese a que lo esperaba un arresto seguro, volvió a Rusia el 17 de enero de 2021 y fue detenido en el aeropuerto.

Dos días después, sacudió al Kremlin con la divulgación por video de una investigación sobre un palacio de lujo que Putin se habría hecho construir a orillas del mar Negro. El ruido fue tal que el mandatario se vio obligado a desmentirlo.

Su poder de convocatoria era sin embargo limitado y las autoridades parecen determinadas a hacerle la vida imposible.

Pero Navalny aseguraba que nunca se rendiría. “No me callaré y espero que todos aquellos que me escuchan no se callen”, dijo en septiembre ante el tribunal, después de doce días aislado por haber denunciado la ofensiva contra Ucrania.

Agencia AFP

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