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Tirar del carro

Ayer muchos medios de comunicación nos dejaron como última imagen tu cuerpo quemado y desorientado subiendo a la ambulancia. Dejaron también abierta a comentarios las notas e inmediatamente las y los lectores vomitaron su odio. Pocos rescataron la carta que te dedicó tu maestra en la que decía que eras un alumno alegre y que te gustaba que te leyeran cuentos. 

Ezequiel era tu nombre, un joven de 21 años, cartonero, al que la economía no le derramó nada. Iba a una escuela donde los chicos y chicas faltan porque no tienen calzado. Allí tienen su refugio, un comedor, y cuentan con la contención de maestras como Melina, a la que no les dan las manos para ayudar a tantos.

Ezequiel podría haber sido el protagonista de esas notas que romantizan la pobreza: ”Cartonea de noche y estudia de día“, pero no le dio para sostener la regularidad en la escuela «Carlos Fuentealba», quizás el punto que lo conectaba con la humanidad. Por eso, cuentan sus docentes, cuando andaba cerca cartoneando, pasaba por la escuela. Intentó robarse unos cables y gran parte de la sociedad puso por primera vez sus ojos en él. Pero ya era tarde. Su joven cuerpo recibió la primera descarga; la segunda fue el de una sociedad intolerante, individualista, que se cree meritócrata y de “bien”. 

Ezequiel tenía la ternura y la sensibilidad que vio su maestra Melina que lo llora y postea: «Era tan dulce, tiraba de su carro». Otra historia será ver quién regula a las empresas y de dónde provienen los materiales que compran al peso. Cada tanto vemos cómo desaparecen porteros eléctricos, buzones, timbres, porque se paga bien por el bronce y también rinde unos pesos el cobre, y las noticias hablan de robos de cables. Hay un mercado para esto, alguien que consume y gana mucho dinero con el sacrificio de los que cirujean o cartonean. Pero la vista se posa en el más débil. En tiempos como estos nuestra sociedad tendía a ser más compasiva, más empática con los que más necesitaban. Porque como dice la maestra de Ezequiel «la deuda la tenemos todos, uno se encuentra con la situación y cuando te estalla la bomba en la mano. Llegamos tarde». 

Debemos recuperar urgente nuestra humanidad. Ezequiel recorría las calles en soledad. Quizás sea tiempo de tirar todos del mismo «carro». 

Claudia Fernández Chaparro es exconsejera por la Legislatura de CABA ante el Plenario del Consejo los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.

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