-¿Cómo toma los anuncios del ministro Luis Caputo? ¿Es un triunfo de los gobernadores la marcha atrás del Gobierno en el capítulo fiscal de la ley ómnibus?
-Lo tomo como positivo. Me parece que podemos ir hacia un pacto fiscal que le garantice al Gobierno el equilibrio que todos queremos que se logre. Es sensato que haya una instancia de diálogo y de consenso. No veo para nada que sea un triunfo político partidario, ni una derrota de nadie. Se paró la pelota y se separó una discusión estratégica de lo que es una discusión urgente. Eso nos da tiempo para debatir lo importante y para hacerlo con una mirada federal y productiva. Todos queremos que al Gobierno le vaya bien, que se logre la meta fiscal, pero también queremos que se sostenga la actividad en las economías regionales y que el interior de la Argentina sea escuchado.
-Pero hubo un cambio de postura del Gobierno. Caputo había advertido que podía avanzar con recortes de presupuesto a las provincias si no aprobaban la ley.
-El camino es este. El diálogo, la tolerancia, el respeto. El revanchismo que fomentaba el kirchnerismo de «estás conmigo o sos mi enemigo» es un error. Celebramos que el Gobierno tenga una posición proactiva de diálogo hacia los aliados. Nosotros no sólo queremos que le vaya bien al Gobierno, también estamos empujando para que salga la mejor ley posible y tratando de colaborar para lograr esos consensos que tanto necesita el país.
-¿El apoyo a la ley ahora va a ser total de parte de la oposición aliada? ¿O quedan algunos temas en los que no están de acuerdo?
-La ley va a tener acompañamiento. Hay algunos temas, como el capítulo de pesca, que no vamos a acompañar. Pero hay buena voluntad del Gobierno para avanzar hacia mesas sectoriales para contemplar una agenda de desarrollo que permita producir más, exportar más y por ende generar más divisas. Obviamente hay artículos en los que no estamos de acuerdo, pero eso no nos hace enemigos, sino defensores de nuestras provincias.
-¿Se equivocaron los caminos con cómo se presentó la ley? ¿Se podría haber resuelto antes el debate en el Congreso?
-Gobernar también es explicar. Yo creo que muchas de las cosas que se presentaron en la ley ómnibus son buenas noticias que no se capitalizaron como tales. En el tema hidrocarburos, por ejemplo, más allá de lo técnico y de cuántas divisas se puede generar con Vaca Muerta, se podría haber planteado cuántos puestos de trabajo representa y cómo dinamiza la economía. La declaración de la educación como servicio esencial también: es una bandera nuestra esa, que por suerte está dentro de la Ley y ni siquiera se habla de eso.
-¿Confunde el Gobierno a veces quiénes son los gobernadores aliados y quiénes son los opositores?
-Para algunos es difícil sentarse a dialogar con los bloques, generar consensos, pero es parte de la política. Nosotros, los gobernadores de Juntos por el Cambio, acompañamos este proyecto, replicamos muchas cosas y tenemos ánimo de colaborar. Por eso nos sorprende vernos a veces dentro de en una misma bolsa, como si fuéramos todos kirchneristas. En Chubut, mi provincia, le gané después de 20 años al kirchnerismo, en una pelea que dimos con liberales, con los que estamos trabajando juntos. El Gobierno tiene que poder disociar entre la carroña política que quiere que no termine el mandato y los que queremos colaborar.
-¿El kirchnerismo quiere voltear al Gobierno, entonces?
-A los únicos que escucho que este Gobierno termina en seis meses es a los dirigentes que están en el kirchnerismo. Nosotros queremos que le vaya bien, porque nos va bien a todos los argentinos. Hay dos matices. Uno, hacer lo necesario para poder tener las herramientas para gobernar: sentarse, dialogar y entender que vivimos en una Argentina heterogénea. La otra mirada me parece peligrosa: es la de querer quedarse con la épica comunicacional de que hay una casta que no me deja gobernar. Eso sería un error grosero porque la campaña ya terminó. Veo que se está desaprovechando este momento, que es bisagra, y que se podría usar para anticiparse a conflictos que se pueden venir en unos meses. Los argentinos no resisten una frustración más, no quieren una batalla comunicacional, quieren llegar a fin de mes.
-¿Teme que haya un estallido social si no se soluciona la inflación?
-Todos dicen: pasamos diciembre, ya está. Es un mito eso. El quiebre social se puede dar en cualquier momento del año. No hay que relajarse. Marzo también es un mes jodido. Si se viene una recesión como la que algunos profesan debería empezar a bajar la inflación.
-¿El peronismo y el sindicalismo son los que fogonean esa situación con paros como los del miércoles 24?
-Hay agoreros de la desgracia, siempre. Está lleno, es esa carroña de la que hablábamos antes. En Chubut nos reunimos con la CGT antes del paro y nos pusimos de acuerdo, con la Uocra y los petroleros, en que hay capítulos de la de la ley que son importantes y que los necesitamos. Es sentido común. Hay que defender a los trabajadores. Sería pegarse un tiro en el pie no atender esas medidas.
-Se reunió una vez con Milei en estos 47 días de gestión. ¿Cómo lo vio y qué imagen tienen los chubutenses del Presidente?
-Fue buena la reunión. Los gobernadores patagónicos le planteamos un tema específico de YPF que no sólo tomó sino que a las 24 horas nos dio una respuesta positiva. Yo no veo un gobierno débil, para nada. En mi provincia la gestión de Milei no está mal vista.
-¿Está bien asesorado Milei? ¿Es Guillermo Francos el interlocutor ideal con las provincias?
-En mi caso particular, el ministro del Interior Guillermo Francos siempre me dio respuestas y resultados, hemos dialogado muy bien con él en este tiempo. Yo creo que lo peor que le puede pasar al Presidente es rodearse de cortesanos que le hagan creer que hay que pelearse con todo el mundo cuando en realidad hay que abrazar, sobre todo a quienes somos aliados estratégicos. Acá nadie tiene la verdad absoluta. Sería una postura poco inteligente plantearlo así. Es como si yo con los patagónicos me levanto y digo «Muchachos, si el Gobierno no nos da lo que queremos cerramos la llave del gas». Las cosas no se resuelven de ese lugar.
-¿Juntos por el Cambio hoy tiene su representación más potente en la liga de gobernadores que conformaron en las 10 provincias que gestiona la coalición?
-La liga de gobernadores es garantía de coherencia, de unidad parlamentaria en temas estratégicos. Después hay bemoles de distintos bloques y sub-bloques porque con un Gobierno tan débil en lo parlamentario las instituciones se fortalecen, el Congreso pasa a tener mas centralidad y la discusión termina siendo favorable, buena. Juntos por el Cambio no tiene nada que ver con lo que era antes. La liga de gobernadores aglutina a todos los espacios. Vamos hacia otra cosa, a algo más federal y transversal.
-Más allá de que el Gobierno dio marcha atrás con los cambios en el sector. ¿Le preocupa la situación de los jubilados?
-Es el sector más sensible. ¿Sabés qué pasa con los jubilados? Históricamente el Estado fue muy ingrato porque los jubilados no tiran piedras al Congreso ni prenden fuego la Casa de Gobierno. Es donde más fácil resulta ajustar. Si hubo un plan de contingencia con la AUH, que se duplicó, también debería ser prioridad un sector tan vulnerable. La fórmula de movilidad del gobierno de Alberto Fernández era pérdida para los jubilados. Tenemos la oportunidad de llegar a un equilibrio y cuidar a ese segmento. Yo veo que hay una vocación del Gobierno de avanzar en ese sentido, de compensar de alguna manera lo que se perdió en estos meses.
-En Chubut hace años los chicos no tienen clases de manera regular. ¿Están trabajando para poder lograrlo en este nuevo gobierno?
-Chubut tiene realidades muy distintas dentro de la misma provincia. Acá en algunas escuelas las clases empiezan mañana, lunes 29, por un tema de implicancia climática. En este tiempo encaramos un plan de contingencia que nos permitió arreglar las escuelas en tiempo récord, con participación del Estado y también padrinazgos empresariales. En el interior de la provincia tenemos partidas para leña y para bolsones de alimentos. Y hace dos semanas logramos convertir en ley un proyecto para declarar esenciales los comedores escolares, porque hay chicos que no comen si no van a la escuela.
-¿Con qué provincia se encontró, después de dos décadas de gobierno peronista?
-Asumimos con una de las deudas en dólares más importantes de la Argentina. Tuvimos que intervenir la caja previsional, sortear obstáculos, y tuvimos gestos de austeridad muy importantes. Si se analizan las 7.000 desafectaciones que decidió el gobierno nacional, en una provincia de 600.000 habitantes hubo 3.500. El caso de Chubut es testigo y avala la necesidad de un ordenamiento del Estado. Venimos en línea con un montón de cosas que el Gobierno plantea, que más allá de lo ideológico, son de sentido común. Hay que ordenar las cuentas y terminar con los privilegios.
Un mensaje a la interna del PRO: «Se va a fagocitar como partido si se plantea como un oficialismo light»
El domingo 30 de julio que coronó a «Nacho» Torres como gobernador, faltaban dos semanas exactas para las PASO presidenciales. El margen del triunfo fue tan exiguo que obligó a esperar hasta el cierre total del escrutinio para confirmar que el PRO había terminado con una hegemonía de 20 años del peronismo en Chubut.
Ya era lunes en Trelew cuando, en simultáneo, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta le levantaron el brazo a Torres cual boxeador y lo ratificaron como nuevo jefe provincial. Eran tiempos en los que, parecía, esa interna de Juntos por el Cambio iba a definir al futuro presidente. No pasó. Pero Torres, apalancado en su triunfo en Chubut, empezó a consolidarse como una figura con peso propio dentro del partido, a partir de su juventud y de su buen vínculo con ambos referentes nacionales y también con el ex presidente Mauricio Macri.
El joven gobernador tiene una mirada muy autocrítica del partido que integra. «La única posibilidad de sobrevida del PRO es con vocación de poder. Si se plantea como un partido cabecera de plaza parlamentaria, o como una especie de oficialismo light, se va a fagocitar», analiza Torres.
El chubutense, desde su despacho de Rawson, pide que exista «mística y épica para no ser «solamente un vehículo electoral». Y es bien contundente al referirse a ese proyecto: «A mí, a título personal, no me entusiasma si se convierte en eso».
Ante un PRO herido por las internas, y frente al cambio de autoridades que se viene, la figura de Torres muchos la perfilaron para que sea el próximo presidente del partido. El gobernador dice estar abocado «100% a la gestión en Chubut», pero no rechaza la posibilidad si su nombre sirve «para evitar una interna sangrienta o para federalizar de una vez por todas el partido».
Es claro con su planteo de lograr una mirada federal y asegura que, si no es él, está «dispuesto a sentarme a dialogar y a apoyar a quien profese esa lógica». Y advierte: «Si no vamos por ese camino, vamos a terminar siendo un partido netamente porteño».
En relación la interna abierta entre Bullrich, Macri y Rodríguez Larreta, no responde con nombres propios, pero baja un mensaje para todos los dirigentes del PRO. «Hay que despojarse de egos y de mezquindades. Si en este momento tan crítico para la Argentina le mostramos a la gente que hay un partido que se pelea por cargos va a ser muy malo. Tenemos que pelear por ideas y por un modelo de país, independientemente de los nombres propios», comenta.
Y cierra con otro análisis bien crudo, que involucra también a todo Juntos por el Cambio. «Si empezamos con el internismo que nos hizo salir terceros a nivel nacional, va a ser trágico».
Itinerario
Ignacio Agustín Torres nació el 4 de mayo de 1988 en Trelew. Se recibió como licenciado en Administración de Empresas en la UADE, en 2013, y desde sus tiempos de estudiante milita en el PRO. A partir de 2015 se hizo cargo de la Fundación Pensar en Chubut, think tank local del partido que presidió hasta 2020. Previamente, en 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri, integró el directorio de PAMI en representación de Chubut, y también fue parte de la Mesa de Desarrollo Patagónica que había conformado el entonces ministro del Interior, Rogelio Frigerio . En 2019 asumió como diputado nacional, logrando el 32,3% de los votos en una lista que terminó segunda. Su gran salto en la política se dio en 2021, cuando lideró una lista en las legislativas que sacó el 38% de los votos, diez puntos más que el candidato peronista, y se convirtió en senador nacional. Apuntalado por esa performance, en 2023 se presentó para competir por la gobernación y el 30 de julio pasado fue electo gobernador de la provincia, el más joven de la historia, con 35 años, y tras imponerse en un comicio muy cerrado, por 1,5 puntos de diferencia sobre su rival, el justicialista Juan Pablo Luque.
Al toque
Un desafío: Que volvamos a ser pioneros y un ejemplo en materia de educación como país.
Un sueño: Que Chubut vuelva a ser la provincia que alguna vez fue.
Un proyecto: Terminar mi función y ser recordado como un gobernador que hizo lo que tenía que hacer sin dejarse condicionar.
Un líder: Arturo Frondizi.
Un prócer: Ángel «Chacho» Peñaloza.
Un libro: El día que Nietzche lloró, de Irvin Yalom.
Un placer: Las juntadas de los jueves con mis amigos de toda la vida.
Una sociedad que admire: La chubutense, por su resiliencia.
Un recuerdo de la infancia: La primera elección que gané, mejor compañero en primer grado.
Una comida: Las milanesas con puré rústico que prepara mi novia.
Una bebida: El mejor fernet de la Argentina, que es chubutense, el Brato.
Una película: La sociedad de la nieve.
Una serie: El amor después del amor, la vida de Fito Páez.