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viernes, 19 diciembre, 2025
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El proyecto para castigar a políticos que generen déficit no avanzó en el Congreso

Obviando la derrota del oficialismo en la Cámara de Diputados, respecto de la financiación de las universidades nacionales y de las pensiones por discapacidad, el trago simbólico más amargo que debió soportar el presidente Javier Milei fue el retroceso observado a la hora de tratar el polémico y audaz proyecto de «regla fiscal».

Una propuesta parlamentaria que tenía como objetivo de máxima perseguir con todo el rigor de la ley a aquellos políticos que acceden a la función pública y malgastan los recursos de los argentinos.

«Regla Fiscal»: la medida del Gobierno para castigar a políticos que malgastan

No es un tema menor en el ideario libertario, sino que es una de las principales propuestas avaladas por el Presidente que detesta a aquellos políticos que gastan por demás.

Durante su campaña a la presidencia hizo hincapie en el tema pero en la reciente sesión del Congreso, el proyecto no convenció a nadie.

Fue dejado para el final de la sesión y en ese momento quedaron vacías algunas bancas oficialistas, como también la de algunos aliados que habían acompañado toda la sesión.

Sí hubo consenso para el proyecto de inocencia fiscal, que eleva montos para delitos de evasión tributaria, una forma de habilitar el uso de dólares ahorrados.

Cuando fue candidato a diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires, Javier Milei, solía recitar de memoria el pensamiento del pionero de la teoría monetaria y premio Nobel de Economía, Milton Friedman. «Nada bueno del Estado se puede esperar, existen cuatro formas de gastar: uno puede gastar el dinero propio en uno o en terceros, mientras que lo mismo se puede hacer con el dinero de otros. Así la mejor manera de gastar es el dinero propio en uno mismo, ya que uno sabe lo que quiere y cuánto le costó ganarlo. Es decir, se maximiza el beneficio», explicaba Milei en los estudios de televisión.

«Por otra parte, cuando se gasta el dinero propio en otra persona, se minimiza el costo, mientras que cuando se gasta el dinero de otros en uno mismo, se cae en el despilfarro. Por ende, de esto se deriva que no hay forma peor de gastar, que gastar el dinero de otros en otros. Justamente lo que hace el Estado. Es por ello, que a mayor Estado presente, mayor despilfarro y menor bienestar para los argentinos de bien», coincidía Milei con el pensamiento de Friedman. 

Bajo esa premisa, que se convirtió en uno de los puntos principales del programa de La Libertad Avanza, Milei intentó con poco éxito que Lule y Martín Menem y sus dirigentes de confianza en el Congreso, sancionen una ley que en su punto central contempla la prisión para funcionarios, legisladores y directores del Banco Central si hubiera déficit fiscal.

Pues bien, presentado el proyecto, muchos legisladores sonreían por lo bajo pensando en el poco entusiasmo con el que se discutiría semejante proyecto que los ata de manos ante las «cajas» de oficinas gubernamentales que en algunos expresidentes, como Néstor Kirchner, provocaban una sensación de «éxtasis» cuando miraban una caja fuerte blindada.

El desdén con el que se recibió la iniciativa parlamentaria, muy deseada por los hermanos Milei, se cristalizó en las bancadas vacías, durante la noche del 18 de diciembre, que se registraron para discutir el proyecto. Ni discusión ameritó y el proyecto no convenció a nadie. Fue dejado para el final de la sesión y en ese momento quedaron vacías algunas bancas oficialistas, como también la de algunos aliados que habían acompañado toda la sesión. Como los ofendidos del PRO, quienes hablaron de falta de códigos de Martín Menem por un reparto de cargos de auditores.

Por supuesto que el fiasco de la sesión por el Presupuesto, donde se volvió a insistir con la financiación de las universidades, dejando al oficialismo sin poder vetar más este punto, al igual que la financiación por las personas discapacitadas, sin que un juez decida intervenir y avanzar con procesos penales por incumplimiento de deberes de funcionarios públicos, dejó en un segundo plano la cuestión del proyecto de regla fiscal.

¿Por qué el proyecto de Javier Milei no avanzó en el Congreso?

Además, para algunos analistas políticos, la ley era mala o estaba mal redactada o aportaba poco. Esta última consideración la expresó, Guido Rangugni, vicepresidente de la Asociación Argentina del Presupuesto y las Finanzas Públicas (ASAP), al considerar que el proyecto «no aporta nada nuevo» que ya no esté en las normas actuales.

«Esta regla es más una manifestación de una decisión política que no aporta cosas novedosas en lo concreto», explicó Rangugni. De acuerdo con lo señalado por el especialista en técnica presupuestaria, como este proyecto no es materia que requiera de mayorías agravadas del Congreso para su aprobación, otra ley posterior que incremente el gasto y tenga un artículo que establezca para ese caso no rige la regla, es suficiente y también aprobada con mayoría simple.

Una ley para hoy que podría ser derogada mañana con otro gobierno más expansionista en materia de gasto. 

Para el constitucionalista, Daniel Sabsay, la propuesta de Javier Milei «es un disparate, una locura. Es el Congreso el que autoriza los gastos, por eso el presupuesto se llama Ley de leyes», explicó, además de mostrar sus reparos a la posibilidad de poner límites al endeudamiento de las provincias, que va en contra del sistema federal consagrado constitucionalmente.

Por su parte, el doctor Rodrigo López Tais, constitucionalista, publicó en Comercio y Justicia, un artículo que indica que el proyecto de Milei «no constituye, en rigor, una mera iniciativa económica». «Es, ante todo, una ofensiva política que altera el orden constitucional y expande de manera temeraria los límites del poder punitivo estatal», analizó.

En definitiva, el proyecto se cayó ayer y con los enojos legislativos que provocó la fallida jugada con el peronismo del noroeste en detrimento de los aliados naturales del PRO y de los radicales «con peluca», todo indica que pasará un largo tiempo hasta que se vuelva a plantear otra propuesta punitiva para aquellos políticos que, con ánimo de casta y cajeros, malgasten los dineros de los ciudadanos argentinos.

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