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miércoles, 10 septiembre, 2025
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Día 633: Ahora quieren que Milei no sea Milei

«Ahora» es una palabra que se utiliza en periodismo para disimular un cambio. En épocas de crisis era habitual que los títulos de tapa de los principales diarios comiencen con “Ahora…” para despegarse de lo que dijeron ayer y antes de ayer.

Ahora, desde el Wall Street hasta los periodistas más mileístas le piden al Gobierno moderación. Los que estaban La Nación + en 2023, y hoy se reparten en diferentes canales de noticias y radios y en épocas del balotaje y luego el primer año y algunos hasta el viernes pasado aplaudían las acciones de Milei, a veces hasta las más ridículas, ahora critican.

Periodistas cercanos al Gobierno que antes festejaban y se reían de las formas del Presidente, justificando sus insultos a los “viejos meados” del PRO, o a los “ñoños republicanos” de la UCR y los gobernadores. Decían “Milei es así”, “hay que aceptarlo como es”, pero ahora comienzan a exigir cambios, moderación y diálogo, un síntoma inequívoco de desgaste ¿No pensar antes que Milei no puede dejar de ser quién es? Su apodo: “el loco”, y las peculiaridades de su personalidad lo acompaña desde siempre, y quienes lo conocieron de cerca dicen que no es un personaje.

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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Ahora piden que escuche e integre personas de experiencia política y de gestión pública, que lo ayuden a gobernar. ¿No pensaron antes que ser presidente requiere experiencia previa en la gestión pública? ¿No era obvio y solo para que no ganase un peronista estuvieron dispuestos a participar de una ruleta rusa, pensando que la bala le iba a caer a otro?

Ahora critican que la puesta en escena sigue siendo la misma, que la mesa de diálogo político sea con los mismos integrantes de siempre. O que La Libertad Avanza diga que “no va a retroceder”.

Hay un cuento muy conocido, “La fábula del escorpión”, que podría ilustrar este punto. Un escorpión necesitaba cruzar un río y le pidió ayuda a una rana. La rana, temerosa, le respondió que no podía cargarlo porque la picaría en el medio del río y ambos morirían. El escorpión la convenció con lógica: “Si te pico, yo también me ahogaría”. Ante ese razonamiento, la rana aceptó y lo subió a su espalda para cruzar.

A mitad del río, el escorpión la picó de todas formas. Mientras la rana, paralizada por el veneno, le reprochaba su acción suicida, el escorpión simplemente respondió: “No pude evitarlo, está en mi naturaleza”. Y así ambos se hundieron en las aguas.

La moraleja de esta fábula es que hay seres que no pueden escapar de su propia naturaleza, aunque hacerlo los lleve a la autodestrucción. Enseña a desconfiar de promesas que contradicen la esencia de quien las hace y a reconocer que, a veces, la lógica o la buena voluntad no bastan para cambiar lo que alguien realmente es. ¿Serán los periodistas y personalidades que confiaron en el Gobierno como la rana que llevó al escorpión sobre sus hombros?

Tras la derrota electoral frente al peronismo este domingo por más de 1 millón de votos en la provincia de Buenos Aires, el discurso de Milei fue dual: “Reconocemos la derrota, pero reafirmamos el rumbo”. ¿Se podía esperar otra cosa? ¿Ahora iba a ser otro?

Es llamativa la reacción de algunos comunicadores y periodistas muy afines al Gobierno, que ahora ponen el grito en el cielo para intentar que el oficialismo cambie. Durante esta columna vamos a ver varios ejemplos, pero no para señalar otros medios sino porque cada uno de ellos reflejaba el estado de ánimo de la sociedad argentina, fueron y son un espejo de nuestra bipolaridad.

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Empecemos con Eduardo Feinmann. “Lo importante es que perdiste por un millón de votos. Lo que terminó privando fue el enojo en lo político y lo económico. Es el enojo de la gente, estúpido”, expresó el periodista. ¿Quién sería el estúpido?

Fernando Rosso aportó un elemento novedoso al debate. Sostuvo que el resultado en Provincia confirmó que en la Argentina ninguna fuerza logra consolidar una hegemonía estable y duradera para aplicar su programa sin contradicciones. Esta contradicción la hemos abordado en varias ocasiones. El economista Marcelo Diamand la desarrolló en 1983, en su texto “El péndulo argentino”, para explicar cómo esta suerte de “empate hegemónico” entre ambos polos bloquea ambas vías, la ortodoxa y la heterodoxa.

Milei llegó al poder con pretensiones refundacionales: dijo venir a romper con una “tradición de decadencia”, acabar con “la casta política”, e inaugurar una “nueva era”. Pero el adverso resultado en la Provincia parece haberlo “bajado a tierra”, por decirlo de alguna manera. ¿Era tan poderoso antes y ahora tan frágil o fue frágil siempre y se lo quiso ver poderoso por comodidad cognitiva?

Volvamos al primer paso del Gobierno tras las elecciones que fue la conformación de una mesa política con la cúpula del poder, cuyos integrantes no resultaron una novedad, pero veamos la cuestión de la mesa federal.

Es evidente que para el Gobierno es un escollo difícil la unidad de los gobernadores contra su gestión. Una alianza que se generó por la quita de parte de la coparticipación y el cierre de la obra pública a nivel nacional. Pero hubo ya un intento de poner en pie un espacio de estas características. Recordemos que, a principio de año, se anunció el “Pacto de Mayo”, que terminó siendo en julio por la dificultad de juntarlos y quedó simplemente en una foto para las redes sociales.

La novedad, en este caso, sería que quien estaría al frente de la mesa no sería Milei, sino Guillermo Francos, figura de quien algunos sectores esperan que se vuelva una especie de “presidente de hecho”, administrando el Gobierno más desde el diálogo, dejando al Presidente en un segundo plano. Pero es una hipótesis poco probable.

Por otra parte está la mesa de conducción, que, al igual que el discurso de Milei en el búnker, admite dos lecturas contradictorias. Una es que se supone no sólo que Milei sea distinto, sino que Francos también lo sea.

El comunicado después de la primera reunión de la mesa no deja lugar a dudas.

Una declaración que parece decir: a pesar de que tengamos todo en contra seguimos para adelante.

Jonatan Viale, muy cercano al Gobierno, hizo una lectura del comunicado sobre la conformación de esta mesa. “No hay cambio de rumbo económico», dijo.

Las intervenciones de estos días de los periodistas afines al Gobierno son muy interesantes porque expresan la citada bipolaridad que está presente en el discurso oficial, y quizás también en la sociedad Argentina, que va buscando el rumbo para salir adelante a partir de opciones disímiles.

Pero volvamos a La Libertad Avanza, que llegó al poder con un discurso completamente radicalizado, refundacional. ¿La declamación de mantener el rumbo sin dar un paso atrás será una impostación para no perder a su núcleo duro? ¿O será al revés, y en realidad los amagues hacia una apertura son la impostación, para hacer como que se cambia algo sin cambiar nada?

Quizás un punto clave para hacer esta evaluación sea lo que el Gobierno haga con leyes que fueron recientemente aprobadas por el Congreso: la emergencia pediátrica, que implica el financiamiento del Hospital Garrahan; la ley de financiamiento universitario; y la ley que modifica el reparto de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) en favor de las provincias.

Según confirmaron fuentes oficiales, no habría novedades en la política del Gobierno, y pronto habrá nuevos vetos del Presidente con el clásico argumento de sostener el equilibrio fiscal bajo la premisa de que “no hay plata”.

¿Pero hay posibilidad de armar una mesa de diálogo con los Gobernadores al mismo tiempo que se veta la ley de ATN, que justamente elimina la discrecionalidad en la distribución de esos recursos y establecía un reparto automático que beneficia a las provincias? En Casa Rosada aseguran que existen llamados y contactos con algunos gobernadores dispuestos a negociar.

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Por otra parte, el veto a la ley de financiamiento universitario podría alimentar nuevas protestas. Recordemos que las primeras marchas masivas contra el Gobierno fueron convocadas en defensa de la universidad pública. A pesar de la masividad de las movilizaciones, el gobierno se mantuvo en su posición defendiendo los recortes. Pero eso era cuando Milei gozaba de un gran apoyo social y figuraba primero en imagen positiva respecto a otros líderes políticos. Nada que ver con el contexto actual.

Como otro ejemplo clave del cambio de contexto, analicemos el cambio de actitud de Alejandro Fantino frente a la soberbia del Presidente y sus bromas. Su bipolaridad es un significante del espejo de la bipolaridad de sus votantes. En una entrevista en su programa, Milei dibujó “un kuka llorando, y él se rio.

Es llamativo lo que opina Fantino ahora de los gestos sobradores y prepotentes del oficialismo tras la elección en la Provincia de Buenos Aires. “Manuel Adorni cierra sus tuits con ‘Fin’. La gente odia a los soberbios”, expresó.

Pero quién fue más lejos sin dudas fue Luis Majul, que hasta llegó a elaborar un pliego de reivindicaciones para que el Gobierno cambie y Milei deje de ser quien es, y dijo: «Debe ignorar a Cristina Kirchner y advertir del peligro que significaría Axel Kicillof presidente, pero sin la necesidad de llamarlo ‘enano soviético'». También aseguró que el Presidente debería pedirle «disculpas sinceras» a los jubilados y «separar la paja del trigo».

Vamos ahora a analizar elementos que tienen que ver con la semiótica del Gobierno. Hay un detalle que no pasó desapercibido en las redes sociales, y es la gestualidad de Milei en la cabecera de la primera reunión de la mesa política. No es descabellado suponer que un Gobierno como el de Javier Milei, que presta tanta atención a lo simbólico, no busque producir un efecto determinado con sus imágenes.

Analicemos la foto, la simetría es total. Milei en el centro, bajo el candelabro gótico, con su reflejo en la mesa completamente pulida y una gestualidad algo perturbadora, similar a la de un villano de cómic.

A su izquierda y derecha sus más cercanos: Karina Milei y Guillermo Francos. Delante de todo (alejados de él) Manuel Adorni y Santiago Caputo, el único que tienen los antebrazos apoyados en la mesa, expresando control. Vale también el alejamiento de Patricia Bullrich, que no está apoyada sobre la mesa y mira a la cámara con un rostro algo preocupada.

Paralelamente una fila la integran los inexpertos en política. Karina, Martin Menem y Adorni; mientras que en el otro los que tienen experiencia política, Francos, Bullrich y Santiago Caputo, que venía del equipo de Jaime Duran Barba en la presidencia de Mauricio Macri.

La simetría, composición del cuadro y gestualidad recuerdan a un famoso director de cine: Stanley Kubrick. Javier Milei aparece sentado al centro, con el torso ligeramente inclinado hacia adelante. Lleva una campera de cuero cerrada, lo que refuerza una imagen firme y algo desafiante. Su rostro está inclinado hacia abajo, pero sus ojos miran hacia adelante con una expresión que combina concentración y cierta intensidad, recordando a la llamada «mirada Kubrick». Un recurso cinematográfico característico del director, icónico dentro de su estilo visual.

La mirada Kubrick consiste en mostrar a un personaje mirando fijamente hacia adelante, con la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo, lo que genera una sensación perturbadora y de intensidad psicológica. Esta expresión suele comunicar estados mentales extremos como locura, obsesión, frialdad o amenaza, reforzando el carácter inquietante de las escenas donde aparece.

La leve sonrisa o gesto en la comisura de los labios transmite una mezcla ambigua: puede interpretarse como seguridad en sí mismo, satisfacción o incluso un dejo de ironía. Esa ambigüedad genera un aire de tensión dramática en la escena, más aún por el entorno solemne del despacho y el reflejo de su rostro en la mesa, que multiplica la sensación de dualidad o contraste.

Volviendo, la imagen de Milei proyecta poder y control, pero también transmite una energía inquietante. Se destaca su figura como alguien desafiante dentro de un ámbito institucional cargado de historia.

Kubrick utilizaba esta técnica como una forma de transmitir sin palabras el mundo interno de sus personajes. Al centrar la atención en los ojos y la postura, lograba que la audiencia sintiera una conexión directa con la mente del protagonista, casi como si estuviera mirando a través de su psique.

Ejemplos famosos se encuentran en «La naranja mecánica» con Alex DeLarge, en «El resplandor» con Jack Torrance y en «La chaqueta metálica» con el sargento Hartman, todos personajes que reflejan algún grado de desequilibrio o violencia contenida. Más allá de un simple gesto, la mirada Kubrick se ha convertido en un símbolo cultural que se estudia en el análisis del cine y se reconoce de inmediato en imágenes y parodias.

Si nos basamos en el elemento visual, la foto es similar a otras que hemos visto durante el Gobierno de Milei, y que han sido un rasgo característico de su imagen pública. Es decir: Milei sigue siendo Milei. El que asumió de espaldas al Congreso y con una motosierra en la mano. Hay un error en quienes piden que cambie, o buscan que se convierta en un pregonero del diálogo y la concordancia.

El filósofo alemán Hans-Georg Gadamer habla de un concepto denominado “prejuicio hermenéutico”, que sostiene que toda interpretación parte de prejuicios o precomprensiones. Estos no son necesariamente negativos, son la base para entender algo, porque cuando vemos la realidad nuestra mente no es una tábula rasa.

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Lo que entendemos depende de los horizontes que tenemos antes de mirar, y la comprensión siempre es un diálogo entre lo nuevo y lo que ya creemos. Pero debemos aprender a observar detalladamente superando nuestros prejuicios, salir de lo superficial, para llegar al fondo de las cosas. Otra cosa, claro, es el caso de quienes ven lo que quieren ver, o mejor dicho, dicen ver tal cosa porque les conviene instalar determinado discurso.

Giuliano da Empoli, en «Ingenieros del Caos», al analizar a los nuevos líderes de la derecha populista, afirma que el hartazgo en la gente con la política tradicional genera que elementos de su personalidad que en un contexto normal serían vistas como defectos o errores, sean vistas como virtudes.

Si la “casta política” engaña al pueblo por su expertise, la inexperiencia de un Milei lo acercó al pueblo, que lo vio como un ciudadano tratando de luchar contra un sistema inmenso. Si los políticos tradicionales usan palabras bonitas y discursos componedores, pero la inflación y la pobreza aumentan, la frontalidad, incluso quizás un poco vulgar, de un Milei puede ser vista como autenticidad, alguien que dice lo que realmente piensa.

Pero eso se dio en un contexto en el que estaba muy fresco lo que ocurrió durante los gobiernos anteriores. El crédito social no es infinito. Y no es lo mismo la burla de Milei o sus seguidores desde el llano que señalando desde la altura y con los recursos del poder.

Jaime Durán Barba dijo en este mismo programa que es muy importante tener en cuenta los sentimientos de la gente. Que los ciudadanos no van a ser convencidos con una planilla de excel donde dice que bajó la inflación, y que polarizar con los discapacitados, o atacar a un niño autista, resta más votos que un movimiento adverso en los mercados.

Vamos a recordar un pequeño fragmento de un reciente discurso del Presidente: «¿La crueldad? Sí, soy cruel. Soy cruel con ustedes, kukas inmundos. Soy cruel con los gastadores, con los empleados públicos, con los estatistas, con los que le rompen el culo a los argentinos de bien».

Quizás la crueldad esté empezando a pasar de moda y los periodistas más mileistas que en noviembre de 2023 lo apoyaron el balotaje y durante todo 2024 aplaudieron hasta la crueldad como necesaria y hasta justa, ahora piden moderación y sensibilidad. Quizás sean ellos mismos, intrínsecamente, el reflejo del corazón del votante de blando de Milei, aquellos que no lo votaron por sus ideas sino porque no querían otro gobierno peronista.

El espíritu de Juntos por el Cambio, republicano, de centro derecha, institucionalista, que sigue vivo en el plano de los valores sin encontrar su representación electoral al haberse corrido a la extrema derecha de Milei tanto Mauricio Macri, como Cristian Ritondo y Diego Santilli pero no los votantes de Juntos por el Cambio como quedó demostrado este domingo. Un pacto de cúpulas que sus votantes no acompañaron.

Esa dirigencia del PRO no vio que quizás la crueldad esté empezando a pasar de moda. Pero sí lo vio el 26% de sus votantes, que votó por Milei en el balotaje de 2023 y no lo volvió a hacerlo en estas elecciones de 2025.

Producción de texto e imágenes: Facundo Maceira

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