Para sorpresa de muchos, la última moda en materia de consumo masivo para el manejo de la ansiedad y el estrés no surge de un laboratorio farmacéutico ni de un retiro espiritual, sino de un objeto tan básico como insólito: el chupete. Lo que en la infancia es sinónimo de calma y contención, en la adultez se transformó en un fenómeno de ventas que recorre Asia, Europa y Estados Unidos bajo el nombre de “pacificador de adultos para la ansiedad”.
Esta tendencia que se viralizó en las redes sociales, especialmente en TikTok, se trata de una vía de escape hacia una sensación de seguridad y ternura asociada a la niñez, una especie de refugio psicológico en un mundo acelerado que deja poco margen a la pausa.
Los defensores de este nuevo hábito aseguran que el chupete adulto ayuda a conciliar el sueño, a concentrarse en situaciones de estrés laboral, a dejar de fumar o incluso a reducir el ronquido nocturno. Otros lo utilizan como mecanismo para lidiar con síntomas de ansiedad generalizada o como estrategia de sustitución oral frente a conductas compulsivas. La clave del éxito parece estar en la nostalgia y en la posibilidad de regresar a un estado infantil en el que los problemas parecían menores o, directamente, no existían.
Volver a empezar
En Occidente, la moda comenzó a despertar curiosidad, incredulidad y también polémica. Algunos programas televisivos norteamericanos mostraron a conductores probando los chupetes en vivo, entre la burla y la experimentación, como un reflejo del desconcierto que genera la idea de ver a un adulto adoptando hábitos propios de la primera infancia.
Mientras tanto, en la Argentina la tendencia ya comenzó a asomar. En plataformas de comercio electrónico como Mercado Libre se ofrecen chupetes de tamaño adulto con precios que van desde los 33 mil hasta los 78 mil pesos, dependiendo del modelo, el material y el diseño. Hay opciones sobrias de silicona transparente y otras más elaboradas con colores intensos, dibujos temáticos y propuestas orientadas a un público que busca tanto un alivio emocional como un accesorio excéntrico. La oferta incluye ediciones inspiradas en Halloween, personajes de la cultura pop y estilos decorados con brillos y estampados llamativos. El fenómeno confirma que, más allá de las fronteras culturales, la ansiedad global encuentra terreno fértil para reproducirse en formas inesperadas, incluso a través de objetos que parecen sacados del cuarto de un bebé.
Sergio R., jefe de sistemas de una importante multinacional de comunicaciones, que opera en el país, confiesa: “A veces tengo jornadas de trabajo muy estresantes. Miles de personas dependen de que mi sector resuelva sus problemas de manera inmediata. Copié lo del chupete por un reel de Instagram que me llegó y la verdad es que me relaja toda la tensión de la mandíbula. Mi trabajo es solitario, me lo puedo permitir”.
Detractores
La psicóloga y escritora Sol Buscio, autora del libro “Ansiedad” (Editorial El Ateneo, 2025), ofrece una mirada crítica frente a esta práctica. Según su perspectiva, “la ansiedad no debe combatirse con recursos que generen dependencia ni con objetos que tapen los síntomas sin abordar el problema de fondo”. Y explica: “Cuando hablamos de ansiedad, hablamos de un estado que está linkeado con otras emociones primarias, como el miedo. Y nosotros podemos utilizar distintos recursos o herramientas que nos permitan abordar la gestión de la ansiedad, pero tienen que ser recursos que se adapten a nuestras necesidades, que nos ayuden a reducirla entendiendo que la ansiedad la vamos a alojar, a recibir y a escuchar, pero por sobre todas las cosas, tenemos que incorporar la exploración de lo que está detrás de ese estado”. En su visión, el foco debería estar en herramientas comprobadas como la respiración consciente, la medicación cuando corresponde, la práctica de yoga o el desarrollo de ejercicios que conecten con los sentidos.
Otros especialistas se pronunciaron en contra de este recurso básico. Médicos y odontólogos, ante la consulta, advierten que el uso prolongado de estos chupetes puede ocasionar serias consecuencias e irreversibles en los adultos, como generar mordida abierta, alteraciones en el patrón de deglución e incluso riesgo de asfixia si se utilizan durante el sueño.
El boom de los chupetes para adultos, más que un fetiche existencial, refleja el pulso de una sociedad que vive en constante tensión, atravesada por demandas laborales, presiones sociales y una hiperconexión que no concede descanso. En definitiva, el pacificador adulto condensa el espíritu de la época: la búsqueda desesperada de consuelo en un contexto con cada vez más presiones.