La orden ejecutiva de Donald Trump de imponer aranceles del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio que entren a los Estados Unidos es también un golpe a los planes de Javier Milei de firmar un acuerdo de libre comercio tradicional a nivel bilateral con su aliado.
No es solo un asunto filosófico si se compara el proteccionismo de Trump -expuesto en la llamada American First Trade Policy, publicada el mismo 20 de enero-, con el aperturismo de Milei, que vuelve a viajar a Estados Unidos el 19 de febrero próximo. Está invitado nuevamente a participar de una Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC). Hasta el momento, Milei ha conseguido dos cálidos pero breves encuentros con Trump -uno siendo este candidato y otra, electo presidente-, pero ahora el canciller Gerardo Werthein tiene el desafío de conseguir una bilateral siendo ambos ya presidentes.
Si Trump no hace excepciones con los países amigos o aliados -«los que respetan las leyes», afirman en Washington-, no habría mecanismo alguno por el que Argentina pueda firmar un TLC con Estados Unidos como el que busca Javier Milei. Podría haber otros acuerdos. Pero especialistas consultados también especulan con que el costado pragmático de Milei podría en realidad estar siendo un guiño a lo que en realidad necesita su gobierno: un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario que le represente al fisco argentino dinero fresco.
Milei, entusiasta
A diferencia de los empresarios argentinos que tomaron la noticia con alarma y estudian cómo será el impacto de la orden ejecutiva emitida el lunes 10 por Trump -la que impone aranceles en el mercado estadounidense-, Milei se mostró despreocupado por el anuncio de Trump de que restringirá con recargos la entrada de esos dos productos centrales a su país. Si bien su objetivo es enfrentar la competencia global de China, afecta a Canadá, Brasil y México primero y en la Argentina golpea a exportadoras de aluminio como Aluar, y de acuerdo, como Techint.
Para el caso, en una de las entrevistas que concedió el lunes, Milei reiteró que su prioridad era la de acordar con Estados Unidos y que por eso le estaba reclamando al Mercosur que cada país “pueda ir y negociar tratados de libre comercio”. Ello no se puede hacer y ya se le ha dicho al mandatario. Argentina no se puede ir del Mercosur por orden del Presidente. Al bloque se entró con ratificación del Congreso y se sale también con aprobación parlamentaria.
Lo que sí puede ocurrir, como está ocurriendo ahora, es que el Gobierno decida no acompañar o bajar el nivel de actividad en el bloque para seguir presionando en favor de cambiar la normativa vigente, la decisión 32/00 por la que, para firmar un acuerdo de libre comercio, deben aprobarlo todos o ninguno. Lo intentó Uruguay para firmar acuerdos con otros países y no lo apoyaron.
Ahora, traido a Buenos Aires por pedido la secretaria general de la Presidencia Karina Milei, para que le dé «una mano» a Werthein, el embajador Luis Kreckler -cuyo cargo formal es el de cónsul general en San Pablo- está abocado a «contener» el peleadísimo ámbito diplomático y pensar cómo se puede firmar un TLC con Estados Unidos. Secretario de Comercio Internacional «temporal», Kreckler -más especializado en vender la Argentina al mundo que en acuerdos y tratados- tiene un verdadero desafío por delante.
Al momento, Estados Unidos negocia con Argentina un acuerdo de minerales, aunque hay otros problemas comerciales pendientes con Washington, como el comercio de limones y el biodiésel. En 2024 se firmó un memorándum de entendimiento sobre los llamados minerales críticos, que incluyen al litio y al cobre, con el que EE.UU. busca neutralizar la competencia en la Argentina de China.
Dijo Milei el lunes luego de considerar que las dificultades para la Argentina frente a la suba de aranceles para el aluminio y el acero en los Estados Unidos eran “interpretaciones” periodísticas: “Trump no es un proteccionista. Trump utiliza la política comercial como instrumento de geopolítica. Después a usted le puede gustar o no, pero utiliza la política comercial de Estados Unidos como herramienta de negociación”. El Libertario puso como ejemplo las presiones arancelarias nuevas de la administración republicana sobre México, Canadá, Colombia, y China.
“El segundo punto, en lo que estamos haciendo nosotros, hay dos líneas de acción. Una es lo que pasa con el Mercosur. A mí me tocó ser el presidente pro tempore ahora. ¿Qué cosas propuse? Una era el tema de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, de avanzar en una solución conjunta de esos problemas. Otra cosa que pedí es que puertas adentro empecemos a bajar barreras para-arancelarias. Además, digamos, propongo bajar el arancel externo común. Y que cada país por separado pueda ir y negociar tratados de libre comercio. Donde nosotros estamos trabajando para ir a un tratado de libre comercio con Estados Unidos, y esa es mi prioridad. Mi prioridad es el tratado de libre comercio con Estados Unidos”.
De acuerdo a lo que pudo saber Clarín, la presidencia argentina de Mercosur -que empezó a principios de enero y termina a mediados de año cuando se la traspase a Brasil- no expuso formalmente sus objetivos y tampoco propuso reunión alguna.