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Detectan sobreprecios en la compra de medicamentos en hospitales de hasta el 495%: qué hay detrás

Hace poco, el Gobierno informó que la docena de hospitales públicos que dependen total o parcialmente de Nación venía comprando medicamentos con sobreprecios. Sin mucho detalle sobre esas irregularidades, decidió ponerle un tope a los precios que los hospitales pueden pagar por los remedios que adquieren. En esta nota, hasta qué punto esas compras irregulares vinieron siendo una práctica extendida y el detalle de las tres vías por las que se podrían haber generado.

Las compras hospitalarias de medicamentos son un capítulo lleno de sorpresas. También, de desigualdades. Algunos hablan de la administración de su hospital o jurisdicción con orgullo, por la transparencia que lograron con esfuerzo. Otros dicen que las compras ahora se hacen “bien”, pero reconocen excepciones «turbias». Y están los pesimistas que con realismo y naturalidad detallan circuitos de compras tan oscuros, que desde el punto de vista del ciudadano común resultan directamente insultantes.

Veamos la descarnada apreciación de la única fuente que aceptó publicar su nombre en esta nota (“porque si no estoy dispuesto a identificarme, mejor ni hablo”). Es Héctor Carvallo, endocrinólogo jubilado, que hasta 2019 fue médico y asesor de la Dirección del Hospital Interzonal “Julio de Vedia”, en la localidad bonaerense de 9 de Julio. Previamente había sido director administrativo del Hospital Interzonal de Ezeiza, actual “Dr. A. Eurnekian”.

“Si usted compra a granel, el precio tiene que ser más barato que cuando compra en la farmacia”, arrancó Carvallo, y lanzó: “Hay coimas. Los sobreprecios no son una excepción. Es la moneda corriente en los hospitales públicos”.

Precio Kairos y un tope a los medicamentos hospitalarios

El 12 de noviembre, el Gobierno les pidió a los hospitales nacionales y a los llamados “SAMIC”, que tienen jurisdicción compartida, que los insumos que adquieran en adelante se limiten a la siguiente fórmula de precios: el llamado “precio Kairos” (la lista de precios de referencia que usan los farmacéuticos) menos el 35%. Es decir, que no paguen más del 65% del precio de venta al público. Ahora bien, ¿cómo vienen comprando los hospitales?

En el Hospital Posadas también el Gobierno nacional registró compras con sobreprecios.

Según el comunicado del Gobierno, “desde la cartera sanitaria detectaron que se venían comprando medicamentos al mismo precio de venta al público, o incluso superando estos límites razonables de costos”. Con tono imperativo, sumaron que “por los volúmenes que adquieren estas instituciones, esta situación no puede seguir de esta manera”.

Además de los cinco hospitales 100% nacionales, el Gobierno apuntó que se pagaron sobreprecios en los siete que integran el sistema SAMIC. Los directorios de esos hospitales tienen gestión compartida con Nación o con la ciudad de Buenos Aires. ¿En esas jurisdicciones no se dieron cuenta de que se venían pagando sobreprecios?

Uno de los siete SAMIC está en El Calafate, Chubut. Otro en la ciudad de Buenos Aires. Es el hospital de niños “Prof. Dr. Juan P. Garrahan”. En la Ciudad (tanto el Ministerio de Salud como el de Hacienda) reconocieron no estar al tanto de cómo se hacen las compras. Su participación en el directorio es mínima, dieron a entender.

En tanto, cinco de los siete SAMIC están en la provincia de Buenos Aires. Son el Hospital de Alta Complejidad en Red El Cruce “Dr. Néstor Kirchner” (Florencia Varela), el Cuenca Alta “Néstor Kirchner” (Cañuelas), el de Alta Complejidad del Bicentenario “Esteban Echeverría”, el General de Agudos “Dr. René Favaloro” (Rafael Castillo) y el “Presidente Néstor Kirchner” de La Matanza.

Desde el entorno del ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, discutieron las afirmaciones de Nación. Consideraron que el Gobierno o quiere eliminar a las droguerías intermediarias que distribuyen a precios más caros los productos de los laboratorios, o está construyendo un “relato” de que existe un “curro” y agregaron: «Seguramente van a terminar dando algunos ejemplos sueltos de sobreprecios».

El ministro de salud de la Ciudad, Fernán Quirós, y el bonaerense, Nicolás Kreplak.

Nación y Provincia, sobre los medicamentos hospitalarios

Con posterioridad a esa conversación, desde el entorno del ministro Lugones compartieron cuatro ejemplos. No proveyeron especificaciones clave, como el número de unidades adquiridas en cada caso, las fechas de las compra o una precisión de si fueron eventos aislados o una práctica sostenida en el tiempo.

Dos de esos ejemplos tocan a hospitales 100% nacionales: 1) En el Hospital Posadas dijeron haber encontrado compras de Diclofenac ampolla 75 mg/3ml a un precio 274,9% por encima del precio de venta al público (PVP). 2) En el Sommer, las compras abultadas fueron de Amoxicilina + Acido clavulánico comprimido x 875/125mg, un 98% por encima del PVP.

Los otros dos casos le competen a la Provincia. 3) Dicen que en el Hospital Cuenca Alta hubo adquisiciones de Sugammadex ampolla x 200 mg/ml un 6,6% por encima del Kairos. Y que, 4) en el Hospital El Cruce se hicieron compras de Omeprazol comprimido x 20 mg, un 495% por encima del precio Kairos.

Clarín repreguntó a la Provincia por esas cifras. Informaron que la última fue una licitación privada de enero y febrero, “en un contexto económico sin precios de referencia”, por la devaluación y la incertidumbre en la entrega de insumos.

Reconocieron que el precio quedó por encima de lo razonable cuando la situación económica se estabilizó en abril-mayo, pero aseguraron que “hoy ese hospital está pagando diez veces por debajo del precio Kairos”.

Compras hospitalarias, bajo la lupa

Cada fuente tiene su idea de cuál es realmente el problema de las compras hospitalarias, pero nadie niega que haya uno. Si se sistematizan las variables, sobresalen tres circuitos por los que un hospital podría terminar pagando de más por los remedios para sus pacientes.

El primero de esos circuitos nace en forma casi automática ante la falta de planificación. Consiste en que, en lugar de comprarles a los laboratorios los grandes volúmenes de medicamentos que precisarán, la institución adquiera todo a través de las droguerías que los distribuyen, suerte de peaje que intermedia en esas gestiones.

En el entorno de Kreplak explicaron que, si bien en los hospitales donde la provincia tiene representación se compra directo a los laboratorios vía licitación (entre 40% y 80% debajo del PVP según el caso, aseguraron), “hay contextos en los que puede faltar planificación”.

Esas carencias, reconocieron, “se complican aún más si se suma la irrupción de urgencias”, que -como la falta de planificación- obligan a resolver sobre la marcha apelando a las droguerías, que “cobran precios más altos”. Destacaron, así, la importancia de trabajar con hospitales en red, para que una institución le pueda proveer insumos a otra, en tiempo real.

Lo mismo confirmaron desde CAPGEN, cámara que nuclea 17 laboratorios. Son los mayores proveedores del sector hospitalario y de hecho cubren el 80% de las necesidades de los centros de salud públicos y privados.

Si bien remarcaron que la mayor parte de las compras del sector público se hacen vía licitaciones y que en esos casos los precios son “sustancialmente inferiores a los valores Kairos”, reconocieron que “en muchos casos, el sistema obliga a comercializar a través de droguerías y distribuidoras”. Como en situaciones así no se puede llegar «directo al laboratorio, los precios pueden sufrir distorsiones”.

Carvallo, que dedicó largo rato a compartir su exitosa experiencia administrando en los 90 el Hospital Interzonal de Ezeiza («haciendo las cosas de forma prolija, ¡hasta nos llegó a sobrar plata!»), dio una opinión dura al respecto: dijo que ningún evento en una guardia puede ser realmente una “sorpresa impredecible».

Crítico de los manejos presupuestarios de los hospitales públicos, el médico Héctor Carvallo, ex director administrativo del Hospital Interzonal de Ezeiza (hoy, “Dr. A. Eurnekian”).

«Comprar vía licitaciones es clave», apuntó, y realzó el valor de planificar sesudamente, replicando, para el año por venir, las necesidades del año que se está cerrando, más un porcentaje estandarizado que contemple el crecimiento demográfico, entre otras variables.

El segundo circuito por el que los hospitales pagan de más

El segundo circuito por el que los hospitales pagan de más es fácil de resumir. Es igual al circuito 1, solo que en lugar de apelar a las proveedoras intermediarias (más caras) de manera contingente, ocurre deliberadamente, como parte de acuerdos cerrados con las droguerías.

Hay hospitales y hasta municipios enteros que tienen acuerdos cerrados con cierto proveedor. Como solo le comprarán medicamentos a ese intermediario (que, desde ya, cobrará más que “a salida del laboratorio”, usando una expresión común del sector), algunos ítems o «renglones» -como les dicen en el mundo de las compras públicas- pueden terminar siendo adquiridos a precios muy inflados.

Sobre esto, un par de asteriscos. 1) Hay quienes dicen que conviene acordar en forma cerrada con las droguerías porque los laboratorios a veces no se quieren presentar a las licitaciones. ¿Es verdad?

En la vereda de enfrente dicen que son excusas: si un laboratorio no se presenta suele ser porque las condiciones del pliego son casi expulsivas, como obligar al oferente de cierta cosa a presupuestar todos los “renglones”, es decir, todos los productos que precisa el hospital, si quiere apelar a esa licitación. Son pequeñas condiciones que -según algunas voces- buscan garantizar la perpetuidad de cierto «proveedor amigo».

2) Otra práctica que mencionaron al menos tres fuentes es “dibujar” las licitaciones: se presentan varios oferentes y aparece uno que da un precio superador, pero por algún artilugio administrativo, termina ganando otro que no tenía tan buen precio.

3) También se habla de acuerdos cerrados pero “prolijos”, que es más difícil cuestionar. Aun cuando ningún otro oferente puede entrar a vender nada en ese pequeño mercado, el arreglo garantiza que si hay sobreprecios, no se noten, por alguna cláusula que establezca que los precios sigan cierta fórmula (como la que impuso el Gobierno): restarle equis porcentaje al precio de referencia Kairos.

Como sea, Carvallo no se privó de hablar de “repartidas” de ganancias a ambos lados del mostrador, siempre que se avalan los sobreprecios en el sector.

Distintos municipios del norte bonaerense, además de hospitales puntuales de la Provincia y de Nación (el Posadas fue el ejemplo más escuchado por esta cronista) mantendrían acuerdos cerrados de este tipo. También hay quienes apuntan a municipios en provincias del norte y en el centro del país. Son versiones, de ahí la omisión de más detalles.

El último circuito y la ciudad de Buenos Aires

Pero si hay un caso paradigmático de “proveedores cerrados” es la ciudad de Buenos Aires, que tiene una licitación abierta por 840 especialidades medicinales. Muchos cuestionan que se limite a solo dos proveedores para los 34 hospitales monovalentes y los 48 centros de atención primaria.

Se trata de un contrato que rige desde 2015 y se prorrogó un par de veces, entre ellas, por la emergencia sanitaria de la pandemia. Está por caducar. Se estarían preparando nuevos pliegos, de los que desde la Ciudad no adelantaron demasiado.

Los proveedores son Varadero y Comarsa. Fuentes porteñas aseguraron que es una negociación transparente, que cuenta con el aval de los organismos de control y que mantiene los precios un 60% a 75% por debajo del precio Kairos.

Tenemos, entonces, problemas de planificación que llevan a comprar mal y acuerdos cerrados discrecionales que también pueden implicar sobreprecios. Falta una vía más por explorar.

Una fuente estrechamente ligada al sector dejó en evidencia el problema de las sobrefacturaciones a la seguridad social. Lo resumió así: “Sos la clínica Pirulo. Internás un paciente por tal prepaga u obra social. Le tenés que facturar los gastos del paciente sabiendo que te van a pagar a 180 días. El precio Kairos no coincide con la compra que declarás. Y, bueno, vos te querés cubrir”.

PS

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