Brandon Ortiz Vite fue declarado culpable de asesinato en segundo grado contra Ruby García, robo violento de vehículos, portación de un arma de fuego y portación oculta de un arma. Según los términos de su condena, el ciudadano mexicano deberá cumplir dos años por el cargo de armas de fuego y un mínimo de 37 años por el asesinato en segundo grado, penas que se cumplirán de forma consecutiva.
Además, fue sentenciado a entre 20 y 80 años por el robo de autos y entre tres y cinco años por portación de arma oculta, sentencias que se cumplirán de manera simultánea con las primeras. La condena total podría extenderse hasta un máximo de 100 años en prisión, informó NBC News.
ABC News señaló que el caso, que ha estado rodeado de gran interés debido a las circunstancias en las que ocurrió y los cargos acumulados, pone de relieve la dureza del sistema judicial de Michigan en delitos de este tipo. La sentencia de Ortiz Vite también destacó el esfuerzo de las autoridades por tratar de manera rigurosa los crímenes de violencia doméstica, sin dejar de lado los componentes legales asociados a la posesión de armas de fuego sin permiso.
El asesinato de Ruby Garcia ocurrió la noche del 22 de marzo, cuando ella y Ortiz Vite viajaban en un automóvil por la autopista US-131 en Grand Rapids, Michigan. Según la investigación, la pareja comenzó una discusión sobre su relación mientras se encontraban en el vehículo. En un momento de la disputa, el hombre le disparó a la mujer en la cabeza, ocasionando su muerte casi instantáneamente. Acto seguido, el acusado retiró el cuerpo de la víctima del automóvil y lo abandonó a un costado de la carretera antes de huir.
El crimen fue descubierto esa misma noche, cuando la policía encontró el cuerpo de la fallecida en la autopista. Las autoridades señalaron que el automóvil fue localizado posteriormente en una zona residencial al norte de South Haven, con múltiples agujeros de bala y rastros de sangre en su interior, lo que corroboraba la versión de los eventos, según las pruebas forenses. Dos días después del asesinato, el mexicano contactó al 911 desde una iglesia en el condado de Allegan y confesó el crimen, indicando que había matado a la mujer y abandonado su cadáver.
Durante el juicio, Ortiz Vite expresó que había consumido drogas el día del asesinato y aseguró que no podía justificar lo que pasó por su mente en aquel momento. A pesar de sus disculpas y del intento de explicar su estado mental, el juez Mark Trusock subrayó la gravedad del acto, describiendo al sujeto como un “asesino de sangre fría” y recalcando el riesgo que representa para la sociedad.
El caso no solo atrajo la atención debido a la naturaleza violenta del crimen, sino también por el estatus migratorio del acusado, que lo convirtió en un tema polémico dentro del debate político de Estados Unidos. Ortiz Vite, originario de México, residía en el país sin autorización legal y anteriormente había sido beneficiario del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA). Sin embargo, en 2020 fue deportado, aunque posteriormente logró regresar al país. Su reingreso ilegal a Estados Unidos no tiene una fecha exacta, por lo que no se ha aclarado si ocurrió durante la administración de Donald Trump o la de Joe Biden.
El asesinato de Ruby Garcia se convirtió rápidamente en un tema de discusión política y fue abordado directamente por el expresidente Trump, quien criticó a la administración de Biden, acusándola de no haber controlado efectivamente el reingreso del acusado al país tras su deportación. Este comentario provocó una oleada de reacciones y expuso nuevamente la tensión en torno a la política migratoria estadounidense, especialmente respecto al control fronterizo y la capacidad del sistema para supervisar a quienes ingresan de forma irregular.
AP subrayó que este crimen sirvió de base para que sectores políticos y sociales expresen su preocupación por la seguridad pública en relación con el manejo de casos de inmigrantes con antecedentes criminales. Sin embargo, algunos miembros de la comunidad y líderes locales han manifestado su incomodidad ante el uso del caso como un arma política, temiendo que esto alimente estereotipos negativos hacia los inmigrantes.