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DNU bajo amenaza, Axel Kicillof y Jorge Macri candidatos, y el riesgo que fomenta Cristina Kirchner

Tambalean los canjes de deuda

La comisión que regula los DNU dejó pasar todos los plazos para tratar el 846/24 de fecha 20 de septiembre de 2024, que cambia las condiciones para los canjes de deuda. Esa ley permitía canjes de títulos con la condición de mejorar dos de estos tres requisitos: monto, tasa o plazo. El DNU 846 autoriza al Gobierno a un canje con un único criterio: el valor de mercado.

Desde el lunes pasado ya puede ir al recinto. Los senadores de Unión por la Patria están dispuestos a extremar los esfuerzos para que esta semana haya una sesión especial que busca tumbar el 846. El jueves, José Mayans, jefe del interbloque del peronismo del Senado, reunió a su tropa para organizar el operativo electoral de la interna del PJ, pero la mayor parte del debate se la llevó el plan para meter el proyecto de derogación en la primera sesión.

El Gobierno, contra reloj, trata de bloquear esa sesión y ya le pidió a Mauricio Macri que prepare la defensa. Le prometen apoyo para que el decreto nunca salga. Macri pidió esa franquicia en nombre de Luis Caputo en 2018 y nunca se la dieron.

Clima de guerra en el Senado

Al Gobierno no lo ayuda el clima de guerra que impuso Victoria Villarruel con las cesantías que firmó del personal de la Cámara. Los senadores lo consideran una agresión injustificada porque despidió a personal de las oficinas de los bloques que estaban en planta permanente.

Villarruel promete revisar esas cesantías ante las protestas del gremio, de los senadores y hasta de la actual secretaria administrativa de la Cámara, que puede llegar a renunciar al cargo. El Gobierno apura los tiempos de tratamiento del Presupuesto para que entre en Diputados el 14 de noviembre y que allí se negocie alguna cláusula menos restrictiva con el canje de deuda.

Haberse adelantado con un DNU es una de las pruebas que esgrimen quienes creen que el Gobierno no quiere que se apruebe el presupuesto. Si la oposición limita la liberalidad que tiene hoy el Ejecutivo para gobernar por DNU, habrá ejercido venganza por la insistencia en los vetos a la movilidad jubilatoria y al financiamiento de las universidades.

La mano sobre la ciudad

Sobre ese panorama montan oficialismo y oposición sus quimeras electorales, cargadas de los prejuicios y fantasías que suelen seducir a los políticos. El oficialismo los corre a todos con el coro de comunicadores que difunden la buena nueva de que Milei es muy popular y que acá hubo un cambio de época.

Dos constancias tan dudosas como las fuentes sobre las que se basan, los sondeos de opinión. Cualquier observador sensato sabe que sobre esa fragilidad no se puede construir nada sustentable. Es el motivo del apuro que le imprime el mileísmo al cierre apresurado de compromisos. Las fantasías que estragan el cerebro de los mileistas inquietan al macrismo y al propio Mauricio, que llegó a interrumpir su juego de canasta para recibir a la mesa del partido. Los separan proyectos contrarios e irreconciliables.

El mileísmo está dispuesto a destruir el fortín CABA, que es el santuario del PRO. Amenazan con habilitar una lista a senadores nacionales encabezada por Patricia Bullrich, que dice estar por encima del propio Macri en las encuestas. El PRO responde que deben ir juntos en las listas y licuar las diferencias sin competir. Si no lo logra, Mauricio tendrá que ser el candidato a senador y no quiere.

El atajo de una elección “provincial” en CABA

En la emergencia el PRO debe imaginar una jugarreta electoral que le permita retener el poder en la Ciudad aun perdiendo las elecciones nacionales. Como promover un turno electoral en el distrito para una consulta sobre la reforma de la constitución de la Ciudad. En esas elecciones locales Jorge Macri sería candidato a convencional, y pegaría a esa fecha, separada de las nacionales, a las elecciones a legisladores.

Algo parecido a lo que imagina Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires, si ve que las nacionales le complican el triunfo en las elecciones provinciales. La idea de una reforma constitucional porteña ha sido mencionada varias veces por el primo Jorge. Es una idea que ya planteó Macri cuando era jefe de Gobierno y propondría una reducción en la cantidad de legisladores y otras audacias, como la posibilidad de un tercer mandato. La promesa de poder trae poder.

Milei amenaza para que crean que tiene pelo

El mileísmo tiene una herramienta para esa tercera vía, que sería embarcar al distrito en un debate pirotécnico cargado de transversalidades: reflotar el proyecto alfonsinista de trasladar la Capital a la región federal de Viedma, Carmen de Patagones y Guardia Mitre. Lo ha planteado el gobernador de Chubut Ignacio Torres y se entusiasmó Milei en el almuerzo del jueves con los gobernadores del PRO.

Relanzar la iniciativa de Raúl Alfonsín de 1987 funcionaría como otro factor de agitación de los ánimos y otra presión sobre el macrismo porteño. Atento a esos efectos, Rogelio Frigerio amagó con sumar al debate de la nueva capital la idea de trasladarla a Paraná, Entre Ríos, que ya fue Capital en el siglo XIX.

Nadie toma muy en serio estas charlas con Milei porque ya es ley que desanda todas las decisiones que comunica. Ahora, para tener votos pro-veto, promete plata a las universidades. No se sabe si usa peluca, pero actúa como quien la usa, es para que crean que tiene pelo. Al que da y quita, le sale una jorobita.

El señor de los vetos (Mauricio)

La defensa de Macri es desenterrar su poder como dueño de los vetos. Es imprescindible para el oficialismo desbaratar el proyecto de modificar la ley que reglamenta los DNU. Milei, afirman, puede gobernar sin presupuesto, pero no puede hacerlo sin DNU.

Este miércoles habrá dictamen en Diputados sobre esas modificaciones, según una letra que nadie conoce pero que le quitará poder a la lapicera presidencial. El mileísmo tiene tiempo hasta el veto de Milei a la ley cuando vuelva aprobada del Senado. En ese punto quedaron el lunes pasado en el asado que ofreció Cristian Ritondo en su bunker de Palermo. Este martes el PRO afilará la faca en la reunión de bloque, en la que decidirá qué hará con la ley de DNU.

Perdió el pasamanos de la historia

Aunque es una reflexión contrafáctica, hay que imaginar qué hubiera ocurrido si Macri hubiera votado contra el veto de Milei a la movilidad de las jubilaciones y a la plata de los jubilados. Pudo hacerlo sin resentir su apoyo al Gobierno como un oficialismo marrón, y sin resignar banderas -su movilidad y su política universitaria eran mejores que las que vetó Milei-.

El Macri que hubiera salido de ese posicionamiento, sería un Macri más poderoso en las calles, con mayor adhesión en la agenda pública y abriendo la ventanita del futuro. Iban a tener que peregrinar a Acasusso de rodillas para rendirse a su astucia. Pero Macri 2024 no es Macri 2015, cuando era un político con ambición. Sin hambre de poder, ha dejado pasar el pasamanos de la historia. No es la primera vez.

Mad Men en los barrios porteños

Cabe aquí una pincelada de cartografía política. A pocos metros del parrilla-bunker de Ritondo, Horacio Rodríguez Larreta juntó el viernes en las oficinas de Palermo Chico, una multipartidaria de su sigla desarrollista MAD (Movimiento al Desarrollo). Fue para debatir el rol del Estado en la posglobalización con el turco Dani Rodrik, autor del libro «La paradoja de la globalización».

Se comieron alto asado Alfonso Prat-Gay, Martín Lousteau, Martín Tetaz, Daiana Fernández Molero, Álvaro González, Nicolás Massot, Hernán Lacunza, Fernando Straface y otros de cuyo nombre no puedo acordarme. Larreta, que estudia para ser un gran ex jefe de Gobierno (Alfonsín se preciaba de haber sido mejor ex que presidente), venía de estar con Giuliano Da Empoli, el teórico de las polarizaciones foráneas.

Algunos ensayan aplicar esa ciencia para entender la Argentina, sin tener en cuenta que en Europa y Estados Unidos los indignados son los pobres y excluidos: el proletariado o la «canalla de las ciudades» (según la traducción de Juan B. Justo de El Capital), o la «grasa de las capitales» de Serú Girán.

En la Argentina los indignados son las cámaras empresarias, el entorno de negocios que festeja las extravagancias de Milei, los locutores del cable del prime time, y los emigrados de Rosas, que dan consejos por tuit desde la zona franca de Montevideo.

A esos visitantes les hubiera convenido darse una vuelta por otros barrios. Por ejemplo, ir a la sede porteña de la Universidad de Morón en la calle Lima, en donde Miguel Pichetto dio una charla ante otra multipartidaria también ligada a la opción republicana. Lo escucharon Diego Bossio, Emilio Monzó, Jorge Telerman, Bruno Screnci, Lourdes Puente, Mauricio Mazzón, Horacio Lenz, y otros nombres de los que no quiero acordarme. Pichetto, que se lee todo, sancionó sobre Da Empoli: “La verdad que no inventa nada”.

El peronismo arriesga la unidad

La oposición también es víctima de fantasías. El peronismo formal finge que el poder de Cristina es indestructible y que puede mitigar las divisiones históricas que han separado en los últimos 40 años al peronismo del AMBA (que ella representa sin discusión) del peronismo del interior, que frustró los proyectos presidenciales de todos los dirigentes del AMBA.

Esta debilidad resiente el activo de la unidad con la cual estaría en mejores condiciones de competir con el mileísmo el año que viene. Cristina, con tal de asegurarse el poder partidario y el de su etnia en la provincia de Buenos Aires, se arriesga a que en las próximas elecciones haya dos boletas del peronismo en las mesas. Por no ser ella la candidata de la unidad, regala una ventaja que el Gobierno no desperdiciará.

Desafiaron al anti cristinismo

El anticristinismo no nació ahora, y Cristina pudo convertirse en la candidata de la unidad, llamar a todos y convocarlos a un escenario en algún distrito del interior. Ahora disputa en la Justicia las elecciones internas del partido y se encuentra con que Ricardo Quintela ha sumado a gobernadores peronistas amigos de Olivos y a intendentes del conurbano, y ha neutralizado al peronismo de su propio distrito (Buenos Aires), el de Córdoba y otras provincias.

En las últimas horas amagó con subirlo a Quintela a una lista de unidad, pero es tarde porque lo que este ha juntado le sirve más que bajarse. «Hasta ahora siempre jugamos de punto, pero no me bajo porque no puedo defraudar a quienes ya he comprometido», me dijo en la noche del sábado.

Cristina se quedó en el 2011

Cristina mandó a que sus apoderados admitan desprolijidades en la lista de Ricardo Quintela. “Si los impugnamos nadie nos va a creer nada”, advirtió a los armadores de su candidatura, cuando le explicaron que había incoherencias que justificaban la impugnación. Dramático momento para un peronismo que nunca ha tenido una verdadera interna para elegir autoridades.

¿Por qué Cristina no lanzó una fórmula de unidad que mitigase el efecto sectario de su personalidad política? ¿Qué lo mueve al desmesurado Axel a escriturar ahora, tres años antes, una pretensión presidencial? Hacia dentro del peronismo Cristina recorta, y el método 2011 -el hegemonismo como proyecto- no ha sido el mejor camino para ella.

En aquel año reeligió con el 54% de los votos, pero festejó imponiendo el cepo; siguió en 2012 con la estatización de las acciones de Repsol en YPF. En 2013 consintió un proyecto de tercer mandato que la llevó a la derrota en las legislativas de ese año. Y en 2015 el peronismo perdió el poder.

Todo a la Justicia

Esa experiencia podría haber habilitado un método más inclusivo y que no la mostrase prepotente al confrontar con Kicillof y Quintela. En la reunión en donde la convencieron de ser candidata, José Mayans le advirtió que había que dejar atrás a la Cristina de 2015. Lo escucharon Juliana Di Tullio y Anabel Fernández Sagasti. Al salir rieron: «Le pedimos tantas veces que fuera candidata y ahora viene éste y le dice que sí».

Mayans va en la lista de vicepresidente 1° el partido. La fragilidad del trámite genera dudas de que haya elecciones. En abril de 2018 la jueza María Servini intervino el PJ y puso al mando a Luis Barrionuevo. Ya estaba desatado el incendio de la economía de Macri. Duró poco, hasta agosto, cuando revirtió la medida la Cámara Nacional Electoral.

Aquella intervención había cumplido la frase que la magistrada le había dicho a Eduardo Duhalde: «Tengo unas ganar de intervenirte el partido…». Duhalde reclamaba contra el control cristinista del PJ. De la historia se aprende, aunque no se repita. Rige la ley no escrita: si tu partido puede ser intervenido por Servini, debe ser intervenido por Servini, que es un poder en sí mismo, que nadie discute. Y bien que hacen.

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