Mauricio Macri repitió a lo largo de todo el año la misma metáfora para explicar su renuencia a habilitar la fusión entre LLA y el PRO que pedía a viva voz el Presidente. «Antes de casarse hay que convivir«, decía en público. En privado se permitía ser más primario y aludía a la importancia del sexo prematrimonial en cualquier pareja.
Mientras el expresidente intercala elogios y críticas al rumbo de la gestión y el estilo del jefe de Estado, mientras describe su armado como «Javier, su hermana y sus cuatro perros» (en lugar de 5), sus delegados y los del economista libertario ya empezaron a vivir un tórrido romance.
Las primeras escenas de la vida conyugal o, en rigor, de la convivencia prematrimonial tuvieron lugar en la casa de Cristian Ritondo en el barrio de Palermo, cerca de la cafetería Tabac, una de las sedes porteñas de la rosca permanente.
El jefe de bloque del PRO puso su hogar a disposición para recibir al asesor preferido del Milei, Santiago Caputo, y al presidente de la Cámara Baja, Martín Menem. La idea era hablar de política, pero sobre todo construir confianza con los legisladores del partido amarillo. Los vínculos personales son un insumo de la política.
Acompañaban al anfitrión y a los libertarios Diego Santilli, Alejandro Finocchiaro, Hernán Lombardi, Martín Yeza y diputados que no son del AMBA y el interior bonaerense y tampoco son asiduos visitantes de la Casa Rosada, como Gabriel Chumpitaz y José Núñez, de Santa Fe; Sergio Capozzi, de Río Negro; y Emmanuel Bianchetti, de Misiones; todos hombres.
La próxima reunión -aseguran- sería de diputadas del PRO y con legisladores de LLA. Un tercer encuentro serviría para participar a los 38 diputados del bloque amarillo, donde también conviven forzosamente los legisladores de Patricia Bullrich, enemiga íntima de Macri.
«Fueron los primeros besos de la relación, como quería Mauricio«, resumió uno de los presentes sobre la velada que incluyó chorizo, chinchulines, un parrillero profesional y whisky de sobremesa.
Se habló de política, de los avatares del Gobierno y de la probable confluencia electoral. «Menem está trabajando en ese sentido», relató un diputado amarillo a pesar del armado incesante que ya llevó al también vicepresidente de LLA a recorrer 4 provincias con Karina Milei.
Para ordenar una charla dispersa con suposiciones sobre la salida del cepo y con el riesgo de que no hubiera definiciones de peso, Yeza, amigo de Santiago Caputo desde hace 16 años y cliente del consultor en sus tiempos como intendente de Pinamar, le hizo una pregunta concreta al huésped de honor con la venia del dueño de casa.
-Ordenémonos de adelante para atrás. ¿Qué final tendría que tener esta película?- preguntó el legislador.
-Yo me imagino trabajando juntos. No me imagino de ninguna manera cómo no podríamos terminar juntos. Además, tengo la orden del Presidente de trabajar en ese sentido- fue la respuesta precisa del jefe de Gabinete que no tiene firma y factura como monotributista.
Ir juntos o separados dependerá de la conveniencia según el distrito y de la aritmética y del peso simbólico de cada plaza. Un triunfo en la Provincia contra Cristina Kirchner o el candidato que ella y/o Axel Kicillof unjan valdría mucho más que ir separados y conseguir un diputado más. «Si tenemos la voluntad, la imaginación suple todo«, razonó el «arquitecto» de la victoria libertaria.
Algunos de los comensales vieron a un Caputo más «maduro», «flexible» y «razonable» que al que habían conocido en el departamento del ex secretario parlamentario Tomás Figueroa cuando se negaba a bajar banderas de la Ley Bases.
El día siguiente, en la Casa Rosada, en el intermezzo del cumpleaños presidencial, Caputo razonó en la intimidad ante algunos de sus colaboradores que la decisión del Gobierno es acordar con el PRO también cuando vayan en listas separadas que compitan entre sí.
En algunos de los despachos más importantes de Balcarce 50 siguen empujando la alternativa de ir por separado en la Ciudad para quedarse con los tres senadores. El macrismo no está convencido y la decisión supone riesgos en un escenario de creciente polarización.
La oferta opositora, por ahora, se divide entre el peronismo y el jefe de la UCR Martín Lousteau, que debe renovar su banca, y tenía previsto visitar a Horacio Rodríguez Larreta en la sede del MAD, la flamante construcción política del ex candidato presidencial del PRO y jefe de Gobierno.
El expresidente y su primo jefe de Gobierno miran con preocupación los movimientos de Karina Milei en la Ciudad. La presentación de una ley Bases local con críticas a la administración porteña fueron otro detalle que irritó a los Macri.
En ese contexto, el expresidente ordenó avanzar con las negociaciones para una confluencia electoral. Macri no puede o quiere evitar que se le escapen algunas consideraciones poco amables con el Presidente, como la idea de que delegó el funcionamiento del mismo en Santiago Caputo. Ese detalle no cayó bien en el triángulo de hierro, que juzgó que era un destrato para con el jefe de Estado. El exmandatario también razona, según la observación de propios y extraños, con la lógica del escorpión que su mano derecha Fernando de Andreis le enrostró a Caputo en X.
Para algunos macristas esas expresiones son más fruto de la psicología que de la estrategia política. «Mauricio quiere vender caro su apoyo ahora que el Gobierno necesita gobernabilidad para aprobar el Presupuesto, defender los vetos o evitar que cambie la ley que regula los DNU», consignó un dirigente que conoce al ingeniero desde hace más de 20 años.
En el PRO se convencen por separado de que su electorado ya no privilegia el republicanismo que tanto pregonaba -al menos en lo discursivo- el gobierno de JxC. En privado utilizan metáforas mucho más violentas de las que eligió el Presidente cuando habló del ataúd con Cristina adentro. Macri sugirió algo parecido en la Bolsa de Comercio cordobesa, aunque matizó que los «viejos meados» preferirían otras formas.
Algunos legisladores del partido amarillo se molestaron días después del gesto de confianza, porque nadie del Gobierno les avisó que Rodrigo de Loredo en plena crisis del bloque radical se sumaría a la reunión de coordinación en Casa Rosada.
Entre los comensales macristas del lunes se contaban el pampeano Martín Maqueyra y el santafesino Luciano Laspina. Como adelantó Clarín, tras el desembarco de María del Carmen Tettamanti en la Secretaría de Energía y de Eduardo Bustamante a la Secretaría de Relaciones Exteriores, el primero tiene buenas chances de quedarse con un lugar en el directorio de YPF y el segundo aspira a un puesto relevante en el Banco Nación, pero es fundamental que el legislador que los reemplace responda a los intereses del PRO.
El presidente de la banca púbica, el cordobés Daniel Tillard acelera -para el regocijo presidencial- con el cierre de sucursales en los municipios y provincias opositoras que cobran tasas en las facturas de luz. El segundo, Darío Wasserman, es el esposo de Pilar Ramírez, la delegada de Karina Milei en la Ciudad, y encargada de raspar al macrismo con sus votos en la Legislatura.
Sobre la mesa hay pedidos del macrismo para quedarse con lugares en los directorios de empresas del Fondo de Garantía de Sustentabilidad y en organismos descentralizados en las provincias.
Exintegrantes de JxC sostienen que el titular del PRO quiere convertirse en un sello IRAM en materia de gestión para Milei así como Elisa Carrió garantizaba la cuota de institucionalidad durante el mandato de Macri, que firmó 70 DNU.
La cena entre los abanderados de los hermanos Milei y los dirigentes del PRO podría repetirse, aunque no tendrá una periodicidad semanal. Entre la desconfianza, las necesidades cruzadas y el fantasma de que uno se fagocite a otro, el PRO y LLA ya viven su romance. Falta el casamiento.