Stacie Grissom y Sean Wilson residieron en la ciudad de Nueva York durante casi una década, hasta que la irrupción de la pandemia de Covid-19 en 2020 los llevó a replantearse su estilo de vida. Estaban esperando a su primer hijo y decidieron regresar a Franklin, en el estado de Indiana, donde vivían sus familias. “Las personas son lo más importante, por eso queríamos volver a nuestra ciudad natal”, explicó Stacie. Poco después, compraron una enorme y antigua escuela para transformarla en su casa. “Es como un castillo medieval”, describió.
Con la decisión tomada de mudarse a Franklin, la pareja comenzó a buscar un nuevo hogar. Stacie le pidió a un amigo agente inmobiliario que encontrara “casas antiguas y raras” que necesitaran renovaciones. “Le dije que cuanto más peculiar, mejor”, le contó a CNBC Make It. No pasó mucho tiempo antes de que el padre del agente encontrara una escuela abandonada y le sugiriera que la fuera a ver.
La institución educativa, conocida como Union Joint Graded School No. 9, recibió a niños de la zona entre 1914 y 1934. Luego funcionó como granero. La pareja, que aún vivía en Nueva York, le pidió a los padres de Grissom que revisaran la propiedad. Con el visto bueno de la familia, pero sin conocerla físicamente, el matrimonio decidió comprarla. “Sabíamos que íbamos a necesitar a todo el pueblo para este tipo de proyecto”, relató la mujer.
Una semana después de cerrar el trato, ambos viajaron a Franklin y conocieron el que sería su nuevo hogar. “Tenía ventanas gigantes, techos altos y espacios abiertos”, comentó Grissom, quien describió la propiedad “como un castillo del Medio Oeste en medio de unos campos de maíz de Indiana”.
La ardua tarea de restauración del edificio
En otoño de 2021, la pareja comenzó con las renovaciones. Habían planeado que las obras durarían dos años, pero tenían tanto por hacer, que los trabajos y reparaciones terminaron extendiéndose a tres. “Las cosas tardaron un poco en ponerse en marcha”, contó Grissom. El proceso fue complicado, ya que cuando empezaron a hacer las refacciones aún vivían en Nueva York.
A medida que avanzaban las renovaciones, la pareja y los contratistas encontraron objetos antiguos que contaban parte de la historia del lugar. Entre ellos, un tablero con pizarrones viejos con la palabra “Gallinero” escrita. “Era una pequeña escuela muy hermosa construida por agricultores para los niños de esta zona rural. La comunidad estaba muy orgullosa de la escuela”, relató Stacie.
Si bien tuvieron que hacer grandes cambios y reconstrucciones, pudieron preservar algunos elementos originales, como los ladrillos, las puertas y los pisos de un aula. Además, mantuvieron una fuente de agua que planean restaurar.
Tras las refacciones, la casa cuenta con cuatro dormitorios y tres baños distribuidos en 1200 metros cuadrados en la planta superior. Tiene un sótano de la misma extensión, que todavía no definieron qué uso le darán.
Para rendir homenaje a la historia del lugar, la pareja decidió respetar los colores originales de la escuela y agregar mosaicos en las entradas con su nombre y fecha de fundación. Además, están en busca de muebles escolares para completar la decoración.
Tras años de esfuerzo, Grissom reflexionó sobre la experiencia de renovación de la casa, que compartió en sus redes sociales con sus seguidores. “Fue divertido documentar este proceso y encontrar esta comunidad de renovación de casas antiguas en línea. Nunca pensé que mi casa podría ser un trabajo”, comentó.
En septiembre pasado, luego de tres años de ardua labor, Stacie, Sean y sus dos pequeños hijos se mudaron a su nueva casa. La pareja cuenta que su hogar-escuela les brinda la posibilidad de criar a sus hijos rodeados de su familia. “Es hermoso ver que mis padres están sanos, que nuestros hijos son felices y que aprecian las pequeñas cosas”, concluyó Grissom.
LA NACION