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Sobre el desencanto del amor y la intolerancia al fracaso

“Si somos de las capitales más importantes del teatro es porque muchos años hubo políticas culturales que hoy están apagando”, señala Juan Tupac Soler, quien protagoniza “La teoría del desecanto”, de Julieta Otero, con actuaciones de Ana Celentano, Julia Di Ciocco y Raúl Antonio Fernández.

La obra transcurre en 1986 en La Boca, en una democracia incipiente con la Ley del Divorcio como telón de fondo. El texto escrito y dirigido por Otero confronta a un matrimonio de escritores con una rockera y un escritor famoso. Lo que comienza como una cena amable desencadena un espiral de celos y paranoia. Se puede ver los sábados a las 20 en El Método Kairós, El Salvador 4530. Conversamos con Tupac Soler.

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El elenco con Julieta Otero, autora y directora.

El elenco con Julieta Otero, autora y directora.

Periodista: ¿Qué aires de época aparecen y qué le aporta el contexto de los ´80 a la historia?

Juan Tupac Soler: La estética está a la vista, la escenografía, el modo de hablar. Suma mucho que seamos artistas y escritores de esa época y no actuales cuando las cosas se pueden resolver vía celular o whatsapp. Además los vínculos afectivos y amorosos son diferentes a los de antes, por más progre o deconstruido que estuviera uno en los´80, las relaciones eran monogámicas. Mi personaje es celoso, genera hasta una relación tóxica, y estaba aceptado que fuera así. Hoy nos vinculamos diferente, antes era el matrimonio, el hombre sobre la mujer, y hay un juego con la Ley del Divorcio que salía en ese momento.

P.: ¿Cómo es tu personaje de escritor «loser» y el contraste con el escritor exitoso?

J.T.S.: Mi personaje es el escritor que no vende, hay fuerte contraste con el exitoso que llega a mi casa y me coloca en el lugar del fracasado. Mi personaje se siente apagado y lejos de lo que logra el otro. Comienzo a sentir que ese éxito es en todos los aspectos de su vida y tiene armas de seducción que me dejan más afuera, me genera dudas, conflictos, hay una lucha de egos constante. Empiezo a hacer una serie de cosas para vengarme de él y la noche descarrila.

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P.: ¿Cómo se trabajó la puesta?

J.T.S.: Se trabaja a tres frentes lo que hace que estemos en una suerte de rodaje a tres cámaras donde el espectador tiene que percibir qué ocurre. Eso genera que haya circulación de cuerpos y acción. No hay cuarta pared, es como estar todo el tiempo en un nivel de situación de escena. Nos sentimos observados como si el espectador fuera un vecino. La espacialidad del público hace que encontremos un modo muy interesante de estar en escena. La obra tiene mucha musicalidad y juego de situación, hay un juego con el sonido porque mientras transcurre la cena afuera llueve. El texto es realista, hay obras que no resisten el realismo pero en este caso es clave que la obra sea llevada desde el realismo puro. Comemos y tomamos de verdad. El público está como en una experiencia inmersiva.

P.: ¿Qué otros temas se abordan?

J.T.S.: Los vínculos humanos, las parejas, las relaciones, qué pasa con los vínculos monogámicos, con los amantes, el mundo de la escritura, los autores, la masculinidad, la violencia. Pone en duda qué es el éxito, la amistad, el amor. La época es una excusa y aparecen los conflictos matrimoniales, de pareja, cómo el exitoso puede ser muy fracasado o viceversa. La violencia patriarcal no estaba deconstruida como hoy. La obra es una cena con una persona tóxica pero en ese contexto no se podía nombrar. La autora se ríe de lo patético, lo trágico y lo triste y le imprime humor.

P: ¿Cómo es hacer teatro independiente?

J.T.S.: Es una cuestión de fe, es un lugar donde hacer pie en un contexto que se viene abajo. Somos un grupo de amigos y hay algo de resistencia y amorosidad, de querer ser parte. Es muy difícil hacer teatro hoy, estamos muy precarizados, lo hacemos como podemos, sacando plata y tiempo de donde podemos, con un futuro incierto. No sabemos si el público podrá venir, pensamos mucho cuanto cobrar la entrada, buscamos facilitarle a la gente para que pueda verla, pero igual que siempre encuentro en el teatro independiente un lugar de anclaje donde hacer pie. Es un momento donde hay que hacer fuerza, resistir, crear. Esta es una coproducción con el Kairós, que nos brindó su espacio para ensayar desde el día uno.

P.: ¿Cómo ves el teatro y la cultura?

J.T.S.: En picada, mal. Nuestro país tiene fuerza teatral y cultural increíble que es valorado a nivel internacional. Cada vez hay menos horizonte en términos de política cultural, así y todo somos muchos los que peleamos pero me da miedo que nos agotemos en esta lucha porque no tenemos red que nos ampare. El Estado no ayuda, la cultura está en manos de los artistas que intentamos seguir. Hay mucho que resolver, salud, educación. No hay certeza de futuro pero hay que intentar que esto siga vivo. La cultura hace al trabajo, memoria de un país, y hay que mantenerla.

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