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Martín Llaryora: No creo que ninguna persona de bien quiera fundir a las provincias y los municipios, y menos el presidente de un país

-¿Hace terapia?

-No, para nada. Nunca hice. Me parece que lo que tenemos que hacer es volver a coordinar en conjunto el Gobierno nacional con los gobernadores y estructurar un acuerdo. Hay que generar reformas, con los consensos necesarios para que se sostengan en el tiempo. La Argentina tiene que estabilizar su macroeconomía, bajar el déficit fiscal, pero sumarle a eso claramente un modelo productivo que genere desarrollo y trabajo. Si es solamente bajar el déficit, no tenés quién produzca y el modelo cae por la recesión, el desempleo y la pobreza.

-Si Milei lo mandó al psicólogo, ¿usted a él qué le recomendaría?

-Nada. No soy quien para recomendarle nada a nadie. Me gustaría poder tener un lugar de diálogo franco entre todos los sectores. Para poder colaborar y ayudar. Hubo un punto muy fuerte de disenso con la defensa productiva que hicimos ante la suba de los derechos de exportación. Creo que él lo entendió y le terminamos haciendo un favor, porque no dañó a esos sectores y pudo cerrar el déficit de otra manera. Era una medida que iba a afectar muchísimo, y sin producción y sin inversión no hay trabajo. En el marco de una recesión interna directamente podía matar a las economías regionales.

-En el escenario político de esta nueva etapa, Hacemos Unidos por Córdoba aparecía como aliado del Gobierno. ¿Qué pasó?

-Nosotros teníamos una propuesta política para la Argentina con Juan Schiaretti presidente. Que tiene que ver mucho con el modelo cordobés. Córdoba tiene superávit fiscal, un récord en obra pública vinculada a la productividad. Nos consideramos desarrollistas. Frente a la realidad de que Milei fuera el proximo presidente integramos un bloque dialoguista, le hemos dado institucionalidad al Gobierno. Como planteaba Juan, Argentina necesita un cambio. Acompañamos la ley, nuestros legisladores firmaron el dictamen y votaron a favor en general, pero claramente había puntos en discordancia. Nosotros queríamos que se pudieran coparticipar impuestos para compatibilizar en materia de recursos. Nunca entendí los exabruptos y las calificaciones que nos dieron, porque no teníamos ningún acuerdo establecido y ellos sabían en qué artículos pretendíamos que hubiera modificaciones. Fue un error gravísimo bajar la ley, podíamos haber continuado con el tratamiento.

-Milei acusó a los gobernadores de traidores, delincuentes y corruptos. ¿Es posible recomponer la relación?

-Yo no me siento aludido, porque no formo parte del espacio político de La Libertad Avanza y no considero que hayamos traicionado absolutamente nada. Votamos lo que estamos convencidos de que es lo mejor para la Argentina. Me opongo también a que bajen el Fondo de Incentivo Docente y al reparto injusto de que mantengan los subsidios al transporte en el AMBA y saquen todos los del interior. Eso no impide que nos podamos reunir los gobernadores y el Gobierno, porque Argentina necesita avanzar. También hay que sumar a las fuerzas de la producción y el trabajo. Sin acuerdo, sin diálogo, unilateralmente, es muy difícil que Argentina pueda avanzar. O lo hará más lentamente.

-No creo que ninguna persona de bien quiera fundir a las provincias y los municipios, y menos el presidente de un país, porque lo único que hace es perjudicar a los vecinos que viven en los municipios o en la provincias. Al país hay que sacarlo con todos adentro, para poder superar esta crisis que es tremenda. Los meses que vienen van a ser muy duros. Probablemente la inflación baje, pero va a haber una recesión muy grande y eso significa un daño social tremendo. Hay que trabajar juntos para amortiguarlo y generar acciones para que la gente no sufra.

-¿A cuánto se va a ir el boleto en Córdoba?

-Depende de cada ciudad y de la distancia del viaje. Frente a una realidad injusta, porque se le sostienen los subsidios a algunos y al interior no, vamos a hacer un esfuerzo mayúsculo, a reestructurar partidas y a fortalecer las que tengan que ver con el boleto educativo, el boleto obrero y para las personas con tratamientos prolongados. Si no podés acceder al colectivo no podés llegar a la escuela, atenderte en un hospital o buscar trabajo la persona que no lo tiene.

-¿Va a cubrir la parte del Fondo de Incentivo Docente con recursos provinciales? ¿Corre riesgo el inicio de las clases?

-Hoy no estamos previendo cubrirlo. Estamos esperanzados en que en el diálogo del Gobierno con los gremios docentes pueda restablecerse. En Córdoba hemos logrado acuerdos colaborativos con nueve gremios. Falta el docente. Pagamos los salarios en virtud de la recaudación.

-¿Analiza la vía judicial para el reclamo a Nación sobre estos temas?

-Siempre espero la posibilidad de conseguir los acuerdos necesarios para no tener que llevar cada decisión política a la Justicia. Hay que dar tiempo para que el Gobierno revea estas decisiones. La Justicia tiene que ser la última alternativa.

-Dijo que la provincia tiene superávit, ¿en este contexto podrá sostenerlo?

-Depende de la profundidad de la recesión. Si se sigue profundizando, cada vez va a ser más difícil. Ya en diciembre tomamos medidas, para bajar el déficit con la caja de jubilaciones, algo que también es injusto porque la Nación tendría que enviar recursos y no lo hace. También recortamos partidas en publicidad y programas que no son centrales, para priorizar la salud, la educación y las medidas vinculadas al empleo y la inversión.

-¿Qué nivel de obra pública habrá durante su gestión?

-Nos comprometimos a seguir con la obra pública, lo estamos haciendo, pero la prioridad es darle continuidad a la que estaba en marcha. Y estamos iniciando nueva, con fondos propios. Firmamos acuerdos de cofinanciación con los intendentes.

-Hace unos días aseguró que viene una recesión fuerte y que Argentina ya fracasó con las recetas que aplica Milei. ¿Mantiene la perspectiva de que la crisis no se acelere y el panorama mejore?

-No conozco las recetas que aplica Milei. Lo que digo es que más allá del plan fiscal necesitás sí o sí una visión productiva. Argentina tuvo planes fiscales que terminaron fracasando por no tener una visión de generación de trabajo. Es necesario bajar la inflación, el déficit, es lo que estamos haciendo en Córdoba. Ahora, si no hay vision productiva, no se genera trabajo y riqueza. El Gobierno está llevando un plan de reducción del déficit fiscal con pérdida del poder adquisitivo, una licuación real que va a causar una recesión. Ese no puede ser todo el plan. El plan de ajuste en algún momento tiene que tener un despegue. Nadie se banca una recesión continua y en caída hasta el infinito. Si no se reactiva rápidamente la producción, el plan fiscal no es sostenible, porque te colapsa desde lo social.

-Los diputados de su espacio votaron el proyecto de ley ómnibus en general, ¿con qué partes estaba de acuerdo?

-Una nueva política en materia de biocombustibles para imitar lo que están haciendo Estados Unidos y Brasil me parece importante. Los regímenes de promoción de inversiones, para que tengan desgravaciones impositivas. El blanqueo de capitales. El capítulo de hidrocarburos. Había un montón de artículos que tienen que volver al Congreso para poder avanzar. Hay que recuperar al parlamento como un lugar de encuentro.

-Milei echó a Osvaldo Giordano de la ANSeS, pero todavía quedan funcionarios de su espacio en el Gobierno como Franco Mogetta en Transporte, Daniel Tillard en el Banco Nación y Luis Giovine en Obra Pública. ¿Hasta qué punto lo condiciona?

-Nunca nadie del Gobierno me llamó para pedirme la incorporación de un funcionario. Es más, en el caso de Giordano iba a ser parte de nuestro gobierno y un día me llama para consultarme porque lo habían convocado para la ANSeS. Es un funcionario honrado y capaz, y estaba convendido de que iba a trabajar muy bien. Ninguno es parte de un acuerdo político, y menos habiéndome hablado a mí, sino que han sido convocados por distintos dirigentes.

-En Córdoba el 74% votó a Milei en el balotaje, y una parte de ese electorado es “compartido” por su espacio. ¿Cómo toman en la provincia su enfrentamiento con el Presidente?

-Me imagino que con tristeza. Porque lo que todos esperamos es la posibilidad de acordar, buscar consenso y poder hacer las reformas necesarias para que la Argentina pueda salir adelante. Pero los cordobeses, cuando entró el paquete con las retenciones, no sólo se desilusionaron sino que esperaron que uno los defendiera. Si rompemos el tejido productivo cada vez cuesta más recuperarlo. Los cordobeses no van a acompañar un programa que vaya contra la producción, que es parte del gen cordobés. Ni el actual presidente ni ninguno puede esperar que votemos un paquete de esa dimensión. Somos productivistas, desarrollistas, y entendemos que gobernar es generar trabajo.

-En el caso de que se confirme la profundización de la alianza entre Milei y Macri, ¿en qué lugar queda el cordobesismo?

-A nosotros no nos modifica en nada. El partido cordobés está consolidado, estamos 100% encargados de la gestion de Córdoba. Cuando se tocan intereses de la provincia te obligan a salir a defenderlos y te da una visibilidad que uno no quiere, pero no podemos permitir que vengan por la producción.

-¿Este escenario de confrontación con Milei lo acerca al peronismo?

-Yo me siento justicialista, formo parte del partido cordobés y nunca me sentí alejado de nadie. Es un justicialismo que tiene una visión clara, productivista, a la cordobesa, de trabajo con el sector privado, de respeto institucional, de libertad de expresion. Un justicialismo republicano, a la cordobesa. Argentina tiene que avanzar en un esquema de diálogo a la cordobesa. Mi vicegobernadora es radical, el viceintendente de la capital es del PRO, tenemos sectores del trabajo, la producción, la cultura. El gran problema de la Argentina ha sido la profundización de la grieta. Los países que crecen son los que pueden sostener políticas de Estado y para eso necesitás sí o sí acuerdos estructurales.

-En la previa a la votación de la ley ómnibus hubo conversaciones entre los diputados de su espacio y Máximo Kirchner. ¿En marzo van a articular para imponer temas, como la coparticipación del impuesto al cheque o PAIS?

-Yo nunca hablé con Máximo. La agenda de marzo en adelante va a depender mucho de la capacidad de diálogo que tenga el Gobierno con los gobernadores y los distintos actores. Espero que logremos los consensos necesarios, porque el país requiere reformas. Veo bien la actitud del ministro Francos trabajando en eso, visitando ahora a algunos gobernadores para buscar puntos de acuerdo. En el medio de la discusión de la ley, todos sabían que no íbamos a acompañar artículos porque hablábamos con funcionarios para hacer modificaciones.

-No la leí. La voy a leer este fin de semana.

-¿Compartiría un espacio político con ella?

-En Córdoba tenemos intendentes que vienen del kirchnerismo, pero hay una diferencia clara en cómo estructuramos el peronismo cordobes. Este partido es un espacio que claramente no coincide con las ideas del kirchnerismo. Nuestra visión es totalmente distinta. La grieta que se produjo con la visión productiva y con la crisis policial es algo que nadie puede olvidar. Pensamos en la construcción de un espacio que supere inclusive al propio justicialismo. Una construcción amplia.

Un peronista defensor del «modelo cordobés» y la búsqueda de equilibrios

Del mismo modo que Juan Schiaretti durante la campaña y en los debates presidenciales, Martín Llaryora remite en forma recurrente al modelo cordobés como consigna, en función de la disputa con Javier Milei y a la vez para tomar distancia tanto del Gobierno como del kirchnerismo. Un recurso para sostener el equilibrio ante el electorado de la provincia.

“En Córdoba gobernamos en minoría. En diciembre presenté un proyecto y ni siquiera tuvimos quórum para debatirlo. Lo cambiamos, buscamos los acuerdos y ahí logramos sacarlo”, contrapone la sanción de la ley para subir los aportes de los trabajadores estatales a la caja de jubilaciones y a la obra social provincial con la decisión de Milei al retirar el proyecto ómnibus, un “gravísimo error” según la mirada de Llaryora.

Más allá del duelo discursivo con el Presidente, el gobernador intenta tender puentes con la Casa Rosada y percibe que hacia el fin de semana comenzó a bajar la tensión, por lo que durante la entrevista ratificó su posición de “defender a los cordobeses” aunque se mostró cauto en las declaraciones y dispuesto a acompañar si el oficialismo retoma el tratatamiento por partes de lo que era el proyecto de ley ómnibus.

La fórmula del cordobesismo les dio resultado a Schiaretti y a José Manuel de la Sota, la dupla que se alternaba en el poder desde 1999, aunque no prosperaron sus intentos electorales en el ámbito nacional. El actual gobernador elogia a sus antecesores y asegura que procurará darle su impronta a la nueva etapa con “innovación y el aire de los nuevos tiempos”.

La confrontación con Milei le dio una visibilidad que dice no haber buscado. En el mismo sentido desestima por el momento la construcción de una proyección y un armado político más allá de la geografía de su provincia. “Estoy totalmente concentrado en la gestión. Si hacés bien las cosas en donde estás, eso te abre puertas. Pero no hay que distraerse con el futuro sin construir el presente. Es lo que hacía cuando era intendente”, apela a la receta que le funcionó en estos años.

Tampoco planea ocupar un rol relevante en el peronismo y evita involucrarse e incluso dar su mirada sobre el escenario incierto en cuanto al liderazgo a tres meses de la derrota electoral de Unión por la Patria en el balotaje. “Es un momento tan pero tan difícil que hay que estar 100% en la gestión. El momento es totalmente crítico”, insiste.

Más allá del cordobesismo se siente “justicialista” por el legado de su padre -Luis Alberto Llaryora fue dirigente gremial bancario- y el trabajo social a mediados de los 90 en barrios vulnerables de Córdoba capital -en especial en Villa Libertador- cuando llegó para estudiar abogacía. En esa época militó en la Juventud Universitaria Peronista y presidió el centro de estudiantes.

De regreso en San Francisco fue concejal, dos veces jefe comunal y luego dio el salto a la política provincial como vicegobernador y ministro de Industria, hasta ser electo mandatario luego de pasar por la intendencia de la capital. Sus gestiones atravesaron crisis (“siempre asumí con administraciones con problemas, si no no me hubieran votado”), pero ubica la pandemia como el momento más complicado: “Fue atroz”. En junio de 2023 consiguió retener el distrito para Hacemos Juntos por Córdoba por un margen estrecho, con una ventaja de 64 mil votos sobre Luis Juez.

Itinerario

Nació en San Francisco, el 6 de octubre de 1972. Se recibió como Técnico en Electrónica en esa ciudad y luego como abogado en la Universidad Nacional de Córdoba y como Diplomado en Gestión Pública en la Universidad Católica. Fue dos veces intendente de San Francisco y una de la capital provincial, antes de asumir como gobernador. También fue vicegobernador de Juan Schiaretti, diputado nacional, ministro de Industria e Industria, Comercio, Minería y Desarrollo Científico Tecnológico en una de las gestiones de José de la Sota. Está casado y tiene tres hijos.

Al toque

Un proyecto: seguir transitando esta vida como una buena persona y poder continuar en el servicio público mejorando la calidad de vida de nuestro pueblo.

Un desafío: gobernar a Córdoba para que sea una de las mejores provincias de Latinoamérica.

Un sueño: ser parte de una generación que impulse los cambios necesarios para que Argentina vuelva a ser potencia y que nuestro pueblo pueda vivir feliz.

Un líder: Luis Alberto Llaryora, mi viejo

Un prócer: San Martín.

Una comida: los tallarines con la salsa de María del Carmen Seijo, mi vieja.

Una bebida: Café, vino y Fernet con Coca.

Una sociedad que admire: la argentina y en especial a todos los cordobeses.

Un placer: las reuniones con familia y amigos.

Un libro: Manual de Zonceras Argentinas, de Jauretche (lo leí en mi juventud) y El Hombre Mediocre, de José Ingenieros.

Una película: Forrest Gump y Corazón Valiente.

Una serie: Vikingos.

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