«Patricia cambia de partido como el «Tweety» Carrario de equipo». La frase futbolera se leyó en un chat de Whatsapp de dirigentes del PRO durante los últimos días. Silvio René Carrario fue un prolífico goleador de finales de los ’90 que jugó en 17 clubes durante 18 años de carrera: un jugador multi-camiseta, de algún modo.
La filosa comparación, que despertó sonrisas y más de un emoji, resume lo que muchos referentes del partido piensan de la todavía presidenta del partido. Que embarcada en su propio proyecto personal dentro del gobierno de Javier Milei, Bullrich piensa al PRO como parte de una alianza inminente con La Libertad Avanza, pero que en el apuro por acordar puede hacerle perder el status que otros buscan conservar.
Hay versiones diferentes de aquel recordado pacto electoral del 24 de octubre en casa de Mauricio Macri, en el que participaron siete personas: el ex presidente, Milei, su hermana Karina Milei, Bullrich, Guillermo Francos, Cristian Ritondo y Diego Santilli. Están quienes dicen que ese día Macri le dijo a Milei que no quería cargos en un eventual gobierno y otros que sostienen que en realidad fue el actual presidente el que le planteó que no podía ofrecérselos. Incluso, entre los libertarios, están quienes todavía se arrepienten de haber ido a buscar esa sociedad. «Ganamos igual el balotaje, solos», dicen.
Por estas horas ese tira y afloje se repite como hace cuatro meses, aunque variaron algunas necesidades. Urgidos por avanzar con una serie de reformas, en una evidente crisis de gestión con una decena de funcionarios de primeras y segundas líneas ya echados en apenas 60 días, cerca de Milei son conscientes de que necesitan robustecer su gabinete con volumen político. Así como su relación con la pata legislativa tras la caída de la Ley Ómnibus y el dañado vínculo con los gobernadores.
Del lado del PRO, lo dicho. El gran dilema entre conservar la identidad del partido que apunta a presidir Macri desde el 19 de marzo, incluso siendo parte de un gobierno de Milei, o de combinarse con los libertarios estando dentro de un mismo armado, aun con el riesgo de que el proyecto fracase y que la sangre salpique para todos lados. En esa disyuntiva es que Bullrich parece quedar cada vez más aislada.
Para la ex candidata a presidenta, hay que abroquelarse como partido en torno al proyecto de Milei, su actual jefe político. La ministra duda de las intenciones de Macri de acercarse al Presidente. Enfrentada con él, cree que el ex jefe de Estado busca ganarle espacios de poder en lugar de colaborar con la gestión.
En el macrismo y en parte del mileísmo piensan que la intención de Bullrich, en realidad, es apuntar a una jefatura de Gabinete en el futuro, sobre todo si Nicolás Posse, como algunas voces libertarias creen, busca administrar las cajas de Infraestructura que, tras la salida de Guillermo Ferraro del ministerio, quedaron bajo la órbita, al menos por ahora, del ministro de Economía, Luis Caputo.
Dudas respecto a la idea de una fusión partidaria
Es casi un hecho que habrá un acuerdo político entre el PRO y la Libertad Avanza, pero las condiciones se negociarán. En lo legislativo, la idea de que haya un solo interbloque no convence a casi ningún diputado PRO, una bancada con 37 legisladores propios, la mayoría renuentes a mezclarse con 38 dirigentes libertarios con los que coinciden poco y nada en el día a día del Congreso.
«Nadie está de acuerdo con la idea de fusionar en los términos que propone Patricia», comenta una fuente parlamentaria en relación a las declaraciones que hizo la actual ministra de Seguridad. Y en ese sentido, existe una reflexión que comparten en general, incluso con muchos diputados de Hacemos Coalición Federal, el otro bloque conformado por ex representantes de Juntos por el Cambio.
«Una cosa es que no compartamos ideas entre nosotros, que nos conocemos de toda la vida y somos amigos en muchos casos, pero otra distinta es que te caguen estos pibes, que nos critican por el lobby cuando en realidad la ley que presentaron está repleta de lobby por todos lados», suelta otro referente legislativo del partido.
El nombre de Ritondo es el que suena ahí para tratar de unificar ese futuro interbloque de 75 diputados. Milei y Macri lo respetan, hablan con él periódicamente, y lo querían desde diciembre al frente de la Cámara de Diputados que finalmente presidió Martín Menem, muy cuestionado en las últimas semanas. Incluso parte del peronismo dialoguista cree que los consensos legislativos serían mucho más fácil de cerrar con el dirigente bonaerense al frente de ese interbloque, aunque a él, dicen cerca suyo, no le convence la idea de hacer el mismo trabajo que hasta ahora pero con un grupo mucho más numeroso.
Otra diputada central del PRO es María Eugenia Vidal, a quien Macri habría sugerido como reemplazante de la ANSeS en lugar del eyectado Osvaldo Giordano. Debido a sus históricas diferencias ideológicas con Milei, a Vidal, cuentan en su entorno, no le cierra la idea de una fusión, sino que en todo caso habla de discutir una «coalición de gobierno». «Primero tenemos que discutir el rumbo que quiere llevar adelante el Gobierno. Hay coincidencias en lo económico, pero el gobierno no es sólo lo económico, sino también lo institucional y lo social», es el planteo que baja la ex gobernadora bonaerense.
Los gobernadores, abiertos a un acuerdo entre los espacios
Después de un verano de cruces y chicanas constantes en el marco de la discusión de la Ley Ómnibus entre Milei y los gobernadores de Juntos por el Cambio, los mandatarios del PRO ven con buenos ojos la alianza política en el día a día de la gestión, porque entienden que la relación entre las provincias y la Casa Rosada fluiría con más naturaleza.
«Siempre es bueno y positivo que un gobierno frágil en términos parlamentarios y territoriales amplíe su base de sustentación política. Que consolide un bloque mayor en el Congreso, y que mejore su relación con los gobernadores e intendentes del espacio», es la frase que sueltan cerca de Rogelio Frigerio (Entre Ríos) e Ignacio Torres (Chubut). Al grupo también puede sumársele Jorge Macri, jefe de Gobierno porteño y de buen diálogo con el Presidente.
En el caso de Torres y Frigerio, internamente están convencidos de que hay que acompañar al gobierno que acaba de asumir, a pesar del ruido y los dardos cruzados de las últimas semanas. Y sostienen que muchos temas del DNU y de la ley Ómnibus hay que insistir en llevarlos al Congreso y sancionarlos.
Tampoco creen que sea bueno ni para el Gobierno ni para las provincias continuar con este clima de tensión. Que hay que encontrar temas en común, reconstruir los puentes y trabajar sobre un nuevo pacto fiscal que defina responsabilidades en los gastos y discutir sobre los impuestos que no se coparticipan. Esos temas van a plantear en sus discursos de apertura de sesiones, el 1° de marzo.
A ese grupo también se le puede añadir Diego Santilli, de muy buena relación con Milei, con quien habla de manera directa, y cuyo nombre ya se planteó más de una vez en este tiempo para ocupar un ministerio, sea el de Interior o Seguridad, en caso de que Francos se vaya a una embajada o Bullrich asuma otro puesto. Hoy esa posibilidad parece muy difícil, sobre todo porque el «Colo» imagina su futuro como candidato nuevamente en la provincia de Buenos Aires, tanto en 2025 como en el lejano 2027.
Es en ese ámbito donde se negocian, aunque muy tenuemente todavía, posibles alianzas hacia el año próximo, que desde el mileísmo tienen como articuladores a Carlos Kikuchi y Sergio Vargas, senadores bonaerenses y encargados de empezar a caminar y pensar la próxima campaña en la Provincia, sobre todo en municipios del interior donde la idea de una futura sociedad política entre el PRO, La Libertad Avanza y otros partidos afines va tomando forma.