El furor que genera la llegada de Taylor Swift a la Argentina no tiene límites, a punto tal de que las entradas para los tres shows que la artista estadounidense ofrecerá en el estadio de River Plate se agotaron apenas salieron a la venta, varios meses atrás.
Todo este suceso que genera esta consagradísima estrella de 33 años tiene que ver con su Eras Tour, que la trae por primera vez al país, desatando un fanatismo y euforia pocas veces visto antes, comparado solamente a las visitas del ex One Direction Harry Styles.
Es un martes de riguroso sol en la Ciudad de Buenos Aires, se pronostica 31 grados para la tarde, además de que el servicio meteorológico garantiza una tormenta que podría llegar entre la tarde y la noche. Y llega, nomás.
Sin embargo, a las y los fanáticos de la consagrada vocalista amante del estilo musical country, pero inclinada al pop, poco les importa el asunto del clima, pues han cuidado sus carpas y espacios conseguidos prácticamente a capa y espada sobre la vereda de Avenida Figueroa Alcorta, lindando con el museo histórico del club que albergará 240.000 almas los próximos 9, 10 y 11 de noviembre.
Afiladas unas tras otras, las carpas son de diferentes colores y quienes las habitan no son menos de cinco jóvenes en cada una, que se rotan durante día y noche, a sol y sombra, con la finalidad de ser los primeros a la hora del ingreso en el primer recital de la vocalista que promete ser histórico.
La mayoría de las chicas que toman la palabra es desinhibida, aunque algunas otras prefieren el anonimato por tratarse de vergonzosas o bien porque sus familias no saben que están allí.
Hay fans acampando desde junio. Cada carpa tiene su numeración. Fotos Emmanuel FernándezPese a eso, cada una de ellas tiene su propia historia para contar en relación a su fanatismo por Taylor Swift, además de las vividas durante meses entre las mismas lonas.
En la carpa 7 hay cuatro chicas de muy buen humor: Julieta, la mayor (así se hace llamar, otra segunda Julieta, que es menor, Katy y Camila. Sus edades rondan entre los 22 y 24 años. Dicen que se conocieron a través de una fan page dedicada a la artista. Y que a partir de entonces armaron un grupo de Whatsapp para organizar todo juntas.
“Estamos hace muchas semanas aquí, siempre pendientes de que quedemos dos por las noches, también de que la carpa nunca quede sola. De todos modos, si alguna se mueve para ir a un baño, enseguida alguna de otra carpa vecina se ocupa de cuidar de la nuestra”, revela Camila, la más grande del grupito.
Esa solidaridad que existe entre ellas también la resalta Julieta, seguridad mediante: “Es como que somos amigas de toda la vida, pero en realidad no nos conocíamos. Quizás resulta extraño lo que contamos, pero lo que nos une y nos hace solidarias tiene un nombre, se llama Taylor”.
Muchas fans se conocieron y armaron grupos a partir de su fanatismo por Taylor Swift. Y ahora conviven bajo una misma lona. Fotos Emmanuel Fernández Con vidas totalmente diferentes, cada una llegó a este acampe con un presente particular y organizadas al cien por ciento.
Una es estudiante de Filosofía y Letras, otra estudia Psicología en la UBA y así se suman actividades que, según cuentan, no han dejado de lado más allá de estar esperando el ansiado momento de que se abran las puertas de la cancha de fútbol y se suba el telón.
Katy asume lo sacrificado que fue para ella conseguir su ticket para el primero de los conciertos que se avecinan.
“Primero surgió el rumor de que Taylor vendría. No sé por qué esta vez pensé que sucedería, en realidad estaba segura, aunque aún no había confirmación. Me dejé llevar por mi instinto y me puse a ahorrar dinero durante un año entero, si no sería imposible estar aquí”, resalta Katy, por tratarse de una época de crisis económica a nivel local.
A su lado, con una marcada sonrisa constante, su compañera, la menor de las Julietas, revela algo de tinte trágico:
“Yo tuve que renunciar al trabajo, otra no me quedaba. Mi jefa sabía que yo era fanática de toda la vida. Incluso hasta mi papá comprendió lo que me sucedía y a veces nos trae agua para el mate hasta aquí. Pero bueno, era el trabajo o el estudio. Decidí defender el estudio y sortear el tema laboral”.
Este martes arrancó soleado, pero a la tarde llovió. Ellas ni se movieron. Fotos Emmanuel FernándezRespecto de la cuestión que las une e identifica en común a estas cuatro jóvenes de diferentes lados del conurbano bonaerense, la base del asunto es Swift y su manera de irradiar conexión a través de sus letras. Por lo menos así lo expresa Camila:
“A Taylor muchas veces le cuesta darse cuenta de situaciones de la vida que va atravesando. Y lo hace a través de la música, a través de sus canciones. En ese sentido a nosotras nos pasa que nos sentimos identificadas, porque son cosas de la vida cotidiana, es por eso que nos sentimos representadas por ella. Yo la admiro demasiado, además porque me encanta su poesía”.
Las fans de Taylor y el balotaje
Una semana atrás, en tiempos de elecciones presidenciales en la Argentina, se produjo un revuelo a través de las redes sociales por unos dichos del Partido Libertario que no iban por el mismo carril del supuesto pensamiento de la cantante norteamericana, considerada una defensora a ultranza del terreno ocupado por las mujeres en esta sociedad y de su feminismo como una de sus tantas pancartas de presentación.
“No todos tenemos por qué pensar igual. En mi caso, quizás no estoy tan de acuerdo con su pensamiento político, pero sí en todo el resto. Hay quienes compartimos ideas políticas y quienes no. Justo ahora está el tema del balotaje. Y aparecieron unos chicos posteando que ella votaría a Sergio Massa si viviera aquí. Yo no estaría totalmente segura de eso porque lo que pasa en este país nada tiene que ver con los Estados Unidos”, opina Julieta, la mayor.
-Pregunta obligada, ¿a quién votarás en la segunda vuelta?
-Julieta, la mayor: A (Javier) Milei, con seguridad.
Unos metros más adelante hay cinco chicos conversando dentro de otra carpa, eludiendo los rayos solares del mediodía.
Se trata de la primera de la fila. O sea, la albergan los primeros en “anclar” sobre la vereda hace varios meses.
Dos chicas se paran y se disponen a conversar bajo un pequeño espacio en el que yace algo de sombra. Ellas son Atenas, de 23 años, y Aylú, de 25 años.
“Llegamos los primeros días de junio, cuando no estaban aún las entradas a la venta. Nosotras dos nos conocimos para los shows de Harry Style y ya hemos acampado juntas el año pasado, aunque yo ya lo hice en 2018. Después, cuando regresó, acampamos durante seis meses. Con esos shows empezó la cultura del acampe. Con Dua Lipa también hubo gente acampando”, remarca Aylú.
Mientras tanto, Atenas asienta sus dichos con un leve movimiento de su cabeza y suma lo siguiente, que refleja directamente sobre su realidad de vida:
Algunas fans aceptaron hablar con Clarín, pero otras no: por vergüenza o porque sus familias no saben que están allí. Fotos Emmanuel Fernández“Yo soy de Neuquén, pero vivo en Buenos Aires. Estudio Comunicación digital en la UADE y trabajo en una casa de comidas sobre Avenida Libertador. Tengo a favor que vivo cerca, en Belgrano. Después de la facultad vengo a dormir aquí, a la mañana me levanto y me voy al trabajo”.
-¿Tus padres saben que estás aquí?
-Mis padres están en el sur. Mi mamá sí lo sabe, pero la anterior vez que acampé no se lo conté, sino con el paso del tiempo se lo hice saber. No se enojó, me dijo que disfrute ya que soy joven y que no tengo hijos. Mi papá no lo sabe. Si se entera es porque lee esta nota. Pero preferí no decírselo. Aunque mis padres están separados, mamá me aconsejó que no le dijera nada.
Luego, la menor de las dos de la primera carpa -en una larga fila que se extiende hacia Avenida Monroe-, plantea algo importante respecto de su manera de organización durante los seis meses que están aquí esperando el turno del primer recital.
“Desde el inicio de un acampe ya se sabe que en total son cuarenta horas cada una por mes. De esa manera nunca queda sola la carpa. Esto ya lo hemos experimentado en las anteriores veces con Harry Style. Armamos grupos de whatsapp. El nuestro se llama Carpa 1. Siempre estamos en contacto”, agrega.
Y respecto de la inclemencia del tiempo al haber atravesado ya diferentes estaciones del año, Aylú aporta algo más de lo que experimentó: “Nos ha pasado que llovió fuerte y nos entró agua en la carpa. Lo que sobra aquí es solidaridad. Incluso los pocos varones que hay siempre están muy atentos a nosotras, siempre vigilan nuestro espacio, aunque aquí no sucede nada porque hay mucha Policía”.
En paralelo a la descripción tan precisa que aporta Aylú, de su carpa se asoma un joven, uno de los pocos varones que se divisa a lo largo de la cuadra.
Se trata de Owen, de 21 años, quien proporciona data trascendental para quienes no conocen demasiado sobre el mundo Taylor Swift.
“La conozco desde Hanna Montana, pero recién en 2019 me interesé por su música. Me enganché con sus letras. El boom de ella fue antes y durante la pandemia. Fue allí cuando explotó en todo el mundo, a través de las redes sociales. Pasó que la discográfica que tenía la había estafado y ella recuperó su obra y la subió a plataformas. Eso fue fundamental”, explica el joven, luego posa para las fotos y recién después retoma la palabra.
“A ver, lo de la pandemia fue fuerte porque ella en sus letras habla de seres queridos que ya no están. Eso influyó mucho. Por ejemplo, la canción Marjorie habla de la muerte de su abuela. Ella es muy sensible, eso nos toca a todos sus seguidores”.
-¿Acaso miraste el documental sobre el tour de esta gira que se grabó en los Estados Unidos o preferiste no hacerlo para sorprenderte con su show?
-La verdad, hay partes que las miré porque es inevitable que no se repliquen en redes. Sin embargo, preferí no mirar y esperar sorprenderme porque la amo profundamente. Apelo a la sorpresa.