“La Emilia es una empresa de 2750 hectáreas entre propias y alquiladas, ubicada a 12 km de Olavarría. Se fundó en 1937 y ya vamos por la cuarta generación de productores agropecuarios. Durante muchos años fue conducida por mi suegro, Raúl Iguiñiz, un hombre que no pasó desapercibido en la zona y fue presidente de la Sociedad Rural local. En 2004, tras su fallecimiento en un accidente, me hice cargo de la empresa”, rememora Víctor Correa, su actual administrador.
El campo propio tiene 1750 hectáreas con suelos de muy buena calidad, en los que se llevan adelante cultivos agrícolas y un planteo ganadero de ciclo completo. La cría se desarrolla en 1000 hectáreas alquiladas a 60km y los terneros producidos van al campo propio donde se recrían y engordan en 200 hectáreas.
En La Emilia se desarrollan cultivos agrícolas en 1500 hectáreas propias: maíz (400ha), soja (500) y el resto con trigo y cebada. “En maíz, el 60% de la superficie se siembra temprano, a principios de octubre; luego va otra tanda el 15 de noviembre y hace cinco años comenzamos con el maíz de segunda, implantado el 10-12 de diciembre sobre los lotes que salen de cebada” enumera Correa.
El maíz temprano rinde muy bien en La Emilia, con un promedio de 100 qq/ha en los últimos años. El de segunda promedió 48 qq/ha, con extremos de 34 y 54 qq/ha. Se cosecha en julio- agosto y tiene la ventaja del doble propósito grano/pastoreo.
La soja promedió 35qq/ha en los últimos años, con un pico 47qq/ha. En cebada, el rinde promedio histórico fue 59 qq/ha. En la campaña 2023/24 llegó a 62 qq/ha, a pesar de ser afectada por un tornado que pasó el 12 de diciembre por el campo y provocó pérdidas del 18 al 25%.
Las siembras de cebada apuntan a alcanzar calidad maltera partiendo de la variedad Sinfonía de ACA. “La producción de 2023 fue recibida sin observaciones por parte de la industria, excepto una partida que debió secarse con aireación en silos propios por cosecharse con excesivo porcentaje de humedad”, relata Víctor. El rendimiento promedio del trigo fue de 59 qq/ha en los últimos años. Toda la agricultura de La Emilia es realizada con equipo propio, excepto pulverizaciones y transporte.
La cría tiene lugar sobre un campo natural alquilado, con una carga de 0,5 vacas por hectárea. Los terneros se destetan con 200-205 kilos sobre verdeos de invierno y rollos o pasturas del campo propio. Los machos siguen en pasturas y se terminan a corral en octubre-noviembre con 360 kilos.
La nutrición en la fase final de confinamiento tiene como base el silo de maíz de autoconsumo (de 6, 10 y 12 toneladas), complementado con un núcleo de minerales, vitaminas, urea y otros componentes (5%), más grano de maíz (95%). Esta alimentación permite un aumento diario de peso vivo de 1,6-1,7 kilos por animal. Para evitar acidosis y otras disturbios intestinales, se desarrolla un periodo de acostumbramiento con dosis crecientes de concentrados antes de ingresar al corral.
Las hembras también se destetan sobre verdeos de invierno y maíz picado suministrado con mixer en el campo propio, para poder llegar al servicio con 15 meses y 300 kilos en octubre. Luego siguen recibiendo muy buena alimentación para alcanzar altos porcentajes de preñez en el segundo servicio. Luego del segundo parto pasan al campo alquilado con las demás vacas adultas.
El planteo forrajero incluye pasturas de alfalfa y festuca y tréboles y festucas, que se aprovechan en parcelas de seis hectáreas con rotación de acuerdo al ritmo de producción estacional de pasto.
El mejoramiento genético del rodeo ocupa un rol central en La Emilia. “Buena genética y alimentación nos permitieron llegar con comodidad al entore de 15 meses, a altos índices de preñez y venta de novillitos para consumo en el mismo año de destetados”, resalta Correa.
Al repasar el proceso, el empresario dice: “Uno de los objetivos de la empresa fue crecer en cantidad de vientres dejando en el campo la mayor cantidad de hembras de propia producción. Paralelamente, incorporamos el servicio de vaquillonas de 15 meses, con la inseminación artificial a tiempo fijo como herramienta fundamental”.
La reposición/incremento de vientres se realiza seleccionando las terneras sobre la base del biotipo, la aptitud corporal, la pelvimetría y el grado de desarrollo reproductivo con evaluaciones preservicio realizadas por el médico veterinario.
“La Inseminación artificial a tiempo fijo comenzó en 2018 con vaquillonas de 15 meses, con el asesoramiento del veterinario Emilio Sequi y el equipo de Select-Debernardi. La metodología de trabajo nos permitió ordenar el rodeo y planificar los trabajos sanitarios y reproductivos de la mejor manera”, prosigue.
A su vez, el mejoramiento genético con determinadas líneas “permitió acortar los servicios y mejorar los índices reproductivos mediante el empleo de toros con genética de bajo peso al nacer, pero que no reduce el peso al destete. Estas líneas genéticas también posibilitan disminuir la atención en el parto e incrementar la cantidad de terneros logrados, lo que se traduce en mayor cantidad de kilos producidos por hectárea, con menores costos de producción. Hoy se realizada inseminación artificial a tiempo fijo en todos los rodeos del campo”, subraya Correa. El calendario sanitario incluye todas las vacunas aconsejada por el veterinario más el control de parásitos cada 15-20 días con envío de muestras al laboratorio.
Gallinas ponedoras libres de jaulas
“En 2020, en plena pandemia, llegó a mis manos un video de gallinas ponedoras libres de jaula. Se lo mostré a mi familia y pensamos que podíamos llevar adelante esa nueva actividad, al tener pasturas, grano de maíz y la posibilidad de hacer una producción que respetara el bienestar animal. Comenzamos con 250 gallinas y un solo encargado; hoy tenemos más de 14.000 aves que ponen entre 10 y 11.000 huevos por día. “La producción es llevada a cabo por un equipo de más de 20 empleados conformado por operarios, veterinarios, ingenieros agrónomos y administrativos, entre otros”, resalta Correa.
La comercialización se extiende dentro de la provincia de Buenos Aires en supermercados, dietéticas y almacenes saludables. La calidad del producto y el cumplimiento de las normas de bienestar animal están garantizadas gracias a las auditorias de la certificación correspondiente.
Las aves se mueven libremente en un lote de 14 hectáreas sembrado con alfalfa y otras especies que comen a libre demanda, junto con una dieta suplementaria de maíz y otros componentes preparada por su equipo veterinario.
Los animales adultos ponen un huevo por día, que se va recolectando manualmente a la mañana y por la tarde; luego van a un depósito donde se clasifican por peso, se limpian y se colocan en envases biodegradables. Los huevos provenientes de estas gallinas que viven en libertad tienen un precio diferencial respecto de los comunes, por su condición natural y porque tienen un costo de producción mayor que las enjauladas.