Incluyendo el asesinato de Mariano Barbieri este miércoles, la Comuna 14 lleva registrados, en 2023, dos homicidios en ocasión de robo, una cifra que a muchos les parecerá menor. No obstante, al margen de la sensación de un alza de hechos cada vez más violentos, esos dos crímenes contrastan de lleno con los registrados en 2022, año en que -según información oficial que pudo obtener Clarín– no hubo ninguno durante un asalto en todo Palermo, el barrio que encarna ese área porteña.
El otro caso ocurrió en la madrugada del domingo 5 de marzo en la calle Aráoz al 1450, entre Gorriti y Honduras. Tuvo dos coincidencias con el que se registró en el parque Tres de Febrero: la víctima, Juan Franciso Fernández Acosta (27), venezolano, también era ingeniero -electrónico- y también lo atacaron con el mismo objetivo: su celular.
La Ciudad de Buenos Aires no tiene disponibles actualmente las cifras desglosadas por barrio del Mapa del Delito del año pasado. El sitio interactivo que debería ofrecer esas estadísticas actualizadas no funciona desde hace varios días.
Desde el Gobierno porteño aseguran que debería “levantar” la semana que viene, cuando se termine de cargar la información de 2022, precisamente, por comunas.
Lo que sí se conoce son los trazos gruesos del delito porteño en 2022, datos que refuerzan la tendencia a la baja en materia de homicidios. Pero, otra vez, faltan los detalles por barrios, de modo de poder observar, si las hubiera, otras tendencias.
Por ejemplo, aquellas registradas en Palermo en 2021. Mientras el barrio tenía una tasa de homicidios dolosos bajísima (estaba quinto entre los de cifras más bajas), se posicionaba como una de las zonas de la ciudad con más robos y hurtos.
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Mariano Daniel Barbieri (42) fue apuñalado en el corazón, en Palermo, para robarle el celular. Era de San Isidro y se había recibido en la Universidad de Buenos Aires (UBA). En las PASO 2023, fiscalizó para el partido de Javier Milei. «Cuidando los votos», posteó.
Así lo mostraba el último informe disponible de Estadística Criminal de CABA. En concentración por kilómetro cuadrado, la Comuna 3 (Balvanera y San Cristóbal) presentaba, en 2021, el mayor número de robos y hurtos, pero tomando en cuenta las cifras nominales, las que «ganaban» eran la 1 (Constitución, Monserrat, Retiro, Puerto Madero, San Nicolás y San Telmo) y la 14, representada en su totalidad por Palermo.
Son cifras que, tras los tiempos excepcionales de la pandemia y en un contexto socioeconómico decadente, vuelven a tomar forma (habrá que ver si realmente para mejor).
En 2021 se registraron en Palermo 322,8 robos o hurtos cada 10.000 habitantes, casi un 44% más que en 2020, pero un 20% menos que en 2019.
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Ocurrió el sábado mientras el negocio estaba lleno. La diseñadora las escrachó con un video en sus redes.
Igual que a Barbieri cuando lo apuñalaron, el informe de delitos de 2021 revela que al 78% de las víctimas de robo les sacaron el celular.
Los datos del delito porteño en 2022
El resumen del delito del año pasado revela que hubo 88 homicidios dolosos en toda la Ciudad, cifra que representó una baja del 14% con respecto a 2019, cuando se registraron 102 delitos de ese tipo.
Además, por primera vez desde 1995 se registraron menos de 100 muertes por delitos en un año. Dicho de otro modo, la tasa de homicidios cada 100.000 habitantes se ubicó en 2,86; fue la primera vez desde 1995 que estuvo por debajo de 3.
Entre los detalles que un nuevo informe del delito porteño debería mostrar están aparentes nimiedades, como una que informaba el reporte de 2021 y que, a la luz del asesinato de Barbieri, cobra relevancia: la participación porcentual del medio empleado en los homicidios dolosos.
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El hecho se registró por la mañana en una parada del Metrobús en la avenida Juan B. Justo y Gorriti.
Es que, mientras el uso de armas de fuego entre 2019 y 2021 había caracterizado entre el 42% y el 50% de los casos (según el año), el uso de armas blancas había crecido bastante. Pasó del 27%, en 2019; al 29%, en 2020; y al 38%, en 2021. ¿Cuál será el dato de 2022?
El desprecio por la vida
¿Se puede hablar de una tendencia en alza de robos más violentos? “Diría que no. Habitualmente entrevisto chicos en situación de calle que están detenidos por delitos de hurto o robo, pero no son violentos. Son pibes que roban para subsistir: entran a un supermercado y se llevan algo para comer o roban un celular. El tema es cuando están bajo los efectos de alguna sustancia psicoactiva”, explicó Verónica Llull Casado, especialista en Psicología Forense, adjunta de la materia “Psicología del delito y del delincuente” (Facultad de Psicología de la UBA) y delegada inspectora de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional.
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Entradera en un edificio de Palermo a metros de una comisaria.
Si bien al momento de la entrevista se desconocía el perfil del responsable del crimen de Barbieri, la experta consideró que «la zona de Barrio Parque, donde hay varias embajadas, es una zona -dicho informalmente- ‘de fisura‘. Se consume paco… ellos le dicen ‘base’. Son los restos de la cocaína. Hay muchos chicos que se esconden ahí y están al acecho para robar un celular, venderlo y obtener unos pesos que les permitan seguir consumiendo”.
Más allá de este caso en particular, la intención de la experta fue reflexionar para “ver la estructura de un fenómeno evidente, al menos desde lo sociológico”.
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Un ladrón agarró del cuello a un hombre para robarle el reloj mientras su cómplice lo esperaba en una moto. El robo fue grabado por las cámaras de seguridad de un bar.
Es decir, “leer este tipo de escenas como un desprecio por la vida: el propio pibe quizás siente que él mismo no vale nada, y entonces tampoco le parece que valga nada la vida del otro”.
Aunque no se puede saber si el homicida es, en efecto, una persona en situación de calle y asumiendo que, sea como sea, «le debe caer la pena correspondiente”, Lull Casado compartió lo que suelen ver en casos así: “Vemos delincuentes que son verdaderos desenganchados del sistema. Invisibilizados a los que la cultura, la sociedad y el Estado no lograron contener».
En síntesis, dijo, «no fueron vistos cuando tal vez dormían bajo cero a la intemperie. Los vemos -o se hacen ver- cuando cometen un delito”.
El crimen del ingeniero venezolano en Palermo
Juan Francisco Fernández Acosta había llegado a la Argentina en 2019 para hacer un posgrado. Graduado de ingeniero electrónico, tenía además una moto que utilizaba algunas noches para trabajar de delivery, un ingreso extra que utilizaba para ayudar a su familia.
«Estaba solo en el país, como muchos que vienen a buscar una oportunidad», contó a Clarín un amigo cuando ocurrió el crimen.
La escena del crimen del ingeniero venezolano.Al momento del asalto, se encontraba junto a un amigo, también de nacionalidad venezolana, frente a su casa, a unas cuatro cuadras de Plaza Serrano, corazón del barrio de Palermo.
Mientras estaban conversando, un delincuente armado que los amenazó. «Dame el celular ¿o querés morir?», les advirtió el ladrón, tras lo cual forcejeó con la víctima, quien recibió un impacto de bala en la cabeza. Murió poco más tarde en el Hospital Fernández.
Juan Francisco Fernández Acosta (27), el ingeniero venezolano asesinado en Palermo.EMJ